Las barriadas populares del segundo cordón del gran Buenos Aires son la panacea de los negocios inmobiliarios. Allí se amalgaman la inmigración interna desde el interior del país hasta Buenos Aires y las aspiraciones de poseer un terreno para construir “la casita”, con la apropiación compulsiva de tierras fiscales, la concentración del pillaje y la usura de los bancos y de las inmobiliarias que se adueñan con la complicidad corrupta de los funcionarios del estado, de grandes terrenos fiscales para usufructuarlos en perjuicio de de la población y sus más sentidas necesidades.
Los negocios inmobiliarios, la ususra de los bancos detrás de ellos, los créditos y la especulación con el valor de la propiedad, determinan condiciones inalcanzables para los salarios que perciben los trabajadores haciendo imposible adquirir una vivienda, alquilarla o comprar un lote para construir. Teniendo que contentarse con el asilo que puedan brindar padres o abuelos, o algún alma caritativa que los aguante. Haciendo de la sobrepoblación hogareña una conviviencia obligada y dificultosa a la vez. Como testimonia un trabajador: » gano $ 1.300 por semana.
El derecho de propiedad burgués, la propiedad privada burguesa y todo el andamiaje de usura, violencia y ultraje expresados en las leyes del Estado que avalan toda esta política de despojo, se contraponen a las necesidades vitales del pueblo y la tendencia justificada de éste es salir a ocupar por la fuerza y organización propia, terrenos inútiles y sin uso abandonados hace años por sus antiguos propietarios, terrenos a los que el sano sentido práctico de nuestro pueblo le da utilidad como lote para vivienda o como club o centro recreativo o plaza. Terrenos en los que han puesto el ojo las rapaces miradas de los funcionarios municipales y las inmobiliarias. Pero que el poder local, cuando existe, lo contrarresta con su impronta comunal.
Cientos de choques violentos se dan por estas causas y cada vez con mayor continuidad. Las necesidades de los trabajadores y el pueblo frente a los impedimentos de la burguesía y represión del Estado, con la policía a su servicio que garantiza un derecho de propiedad que le es ajeno, mientras que también la burguesía les impide a ellos tener una vivienda decente, justamente por verse corrompidos por los espejitos de colores que han comprado a costa de su propia vida y del odio generalizado del pueblo.
La violencia y la brutalidad con que la burguesía se aferra a su sistema jurídico, a sus relaciones económicas burguesas mezquinas y profundamente inhumanas se manifiesta en las respuestas que da frente a las demandas e iniciativas sociales. Se manifiesta en la represión compulsiva a un grupo vecinal autoconvocado del barrio Unión II en Pontevedra , a mujeres, niños y jóvenes, en su mayoría trabajadores, que sentados en terrenos que habían ocupado para resolver la carencia de vivienda se vieron sometidos a gases, balazos, golpizas, es decir, a un intento de desalojo que se inició con la provocación y el desparpajo de la policía, que a patadas y trompadas atacaba a las mujeres sentadas en el pasto pretendiendo amedrentarlas para justificar la violencia posterior.
La gente que se organizó y decidió a resolver la cuestión de la vivienda de varias familias en serios problemas, con el apoyo de todo el barrio, había ocupado un terreno que lleva más de 20 años desocupado, que está en el centro del barrio, que es en parte un basural, que es oscuro desde la iluminación hasta los propietarios, que aparentemente tiene un dueño por aquí y que después tiene otro por allá, que posteriormente se lo pasaron a un fulano, que la policía lo ocupó y esta vendiéndolo, la inmobiliaria tal está detrás de esto, un terreno que algún funcionario rapaz pretendió apropiarse. “Nos enteramos que desconocidos se habían metido y pretendían vender esos terrenos decidimos organizarnos sacarlos y ver si nosotros, que somos del barrio, podemos ocuparlos e ir pagándolos, hacer los papeles, y construir para los que no tenemos casa”. En definitiva, será un terreno útil solo para lo que la gente se autoconvoco organizo y conversó. Por más que el derecho a la vivienda esté frenado por la burguesía, las necesidades urgentes de los trabajadores no tienen freno.
La lucha se tornó cuerpo a cuerpo por momentos, hasta que la policía comenzó a arrojar gases lacrimógenos y pimienta, tirando tiros y escopetazos hiriendo e intoxicando gente. El caos que pretendió generar, la represión, no surtió efecto. El estado asambleario y de consulta estuvo siempre, lejos de dispersarse se agruparon más y más vecinos que rodeando a patrulleros, se juntaron en ambas esquinas obligando a estos a replegarse para sacar los patrulleros por temor a los incendios. La gente que no estaba armada, ni con palos, ni piedras, es decir, que tenía una decisión de no ser motivo de provocación, tenía una decisión política tomada y la posición de poder no se movió, se defendió. Cuando la furia de la multitud se hizo incontenible, se replegaron al interior del predio rodeado. En la asamblea se decidió no atacarlos, no era necesario ya estaban apechugados en su debilidad afincándose en un reducto, cuando el barrio lo controlaba todo. Se formaron piquetes que estuvieron hasta la realización de otra asamblea vecinal a la noche, que aun con las fuerzas intactas y el corazón caliente estaban para mucho más. Se unificó aún más el barrio. Es la primera conclusión de la asamblea.
Realizaron las denuncias ante la fiscalía por la apropiación ilegal de esos terrenos, que son fiscales, por el intento de usufructuarlos, por pretender meter al barrio un tipo de gentuza ligada a la corrupción policial, al gatillo fácil y los narcos. Son tan infames que pretenden negociar la distribución de terrenos que pertenecen al barrio, a su comunidad. Se han filmado prácticamente todas las situaciones y provocaciones y fueron ya presentadas, hay demandas judiciales serias contra la represión y los brutales ataques que sufrió la gente. Se resolvió avanzar en iniciativas más organizadas de autodefensa.
Aunque la situación es de disputa se busca avanzar en la entrega inmediata de los lotes. Pero ello será posible con la permanente acción de la asamblea autoconvocadas del barrio Unión. El poder local va en camino.