Las condiciones que se conjugan en el enfrentamiento a este desastre “Natural” expresan varias características que es necesario advertir para avanzar en la profundización del enfrentamiento y en el desarrollo de la unidad política desde la base de nuestro pueblo en el desarrollo del poder local.
La iniciativa frente a este desastre va de la mano de cientos de organizaciones populares de nuestro pueblo. Frente a ellas el poder político expresado en el Estado esta impávido y solo atinó a moverse mezquinamente cuando la acción de los de abajo estaba en marcha y llevaba varios cuerpos de ventaja.
Al contrario de lo que pasó ante otros tantos desastres, donde el sesgo de fatalidad era el discurso predominante de la burguesía que se barajaba desde los medios atribuyendo a la naturaleza la causa de los todos los males, pretendiendo oscurecer su verdadero origen, hoy en un clima de asfixia política verdaderamente caótico para ellos, a la fatalidad de antaño se le cayó la careta y los responsables de estos males aparecen con nombre y apellido ya que millones de compatriotas los tienen bien identificados.
Que la organización popular integrada a la ayuda y el apoyo no solo está asociada a la solidaridad sino a la furia y al reconocimiento masivo de las injusticias del Estado burgués, por ende que si en otras coyunturas frente a la magnitud de los desastres el poder se permitía la posibilidad de diferenciar la solidaridad de nuestro pueblo del carácter político de las organizaciones de masas, hoy está impedida de hacerlo pues la furia de nuestro pueblo está asociada a su acción política y su independencia de la institucionalidad del Estado. No solo no hay neutralidad respecto de la solidaridad sino que no hay neutralidad respecto de la conducta política del poder. Hay una dualidad claramente establecida entre los de abajo y los de arriba que se manifiesta en la acción y la iniciativa, en el estado de ánimo.
Que el carácter de la acción política independiente parte de la acción local de cientos de miles de trabajadores en sus empresas, de las barriadas, de estudiantes, empleados, pequeños comerciantes, etc. es decir tiene un carácter de clase. Que en esta iniciativa no solo reflejan la necesidad de resolver los problemas nacionales que la hipócrita política del Estado monopolista no está interesado en resolver, sino que se encarna la necesidad de tomar esas resoluciones en sus propias manos, pues más allá de la situación crítica particular de cada momento por ejemplo los inundados, todos en carne propia sufren las consecuencias de las políticas de Estado que se expresan en las condiciones de trabajo y de vida.
El potencial revolucionario que se manifiesta en las organizaciones de masas de la clase obrera en las fábricas y en los barrios es local y nacional. Pero arranca de la capacidad inmediata de encarar las iniciativas de acción que concretamente son locales. Por ende frente al desapego de la burguesía por el ser humano, ese potencial que con definida claridad se expresa con su acción debe ser desarrollado y asociado al cambio de poder, a la necesidad de la revolución pues, la que concebimos es una revolución obra de millones, que requiere del protagonismo masivo de la clase obrera y el pueblo, que con su conducta presente y con la acumulada experiencia política sobre sus hombros potencie el camino de los cambios que anhelamos, y haga posible la realización del futuro que aspiramos.