La expresión del financista usurero George Soros en cuanto al dramático problema humanitario de los inmigrantes en Europa lo dice todo. Hace alusión a nuevas fuerzas productivas y su relación directa a la baja salarial en el viejo continente.
Fenómenos como los de Grecia, China, África, medio oriente, la cuestión de Palestina como un signo de lo aterrador que significa, para ese aislado pueblo, la embestida permanente del ejército Israelí, ejemplifican la crisis política desatada en un mundo globalizado, capitalista, que ya no se soporta y de lo que nadie de las clase dominante quiere hablar.
Tampoco falta un coro de farsantes que preparan los papeles de “nuevas ideologías de progreso social” que encubran lo esencial para el desarrollo de la humanidad.
En síntesis hacemos referencia a las actuales relaciones de producción.
De eso no se habla, se enmudece y se trabaja intensamente para evitar a las grandes masas proletarias y populares de asimilar en sus luchas una salida de revolución social.
En un mundo agitado por la lucha de clases de la cual no escapa América Latina se suceden episodios cotidianos que expresan, a gritos, angustias, injusticias, dolores que son comparables sólo con el futuro del capitalismo.
Ya no importa en los análisis teóricos políticos actuales hasta dónde las clases dominantes fueron progresistas, hasta cuándo fueron capaces de desarrollar las fuerzas productivas y desatar manantiales de riquezas aún en sociedades primitivas no sólo del remoto pasado sino del mismísimo sistema capitalista actual.
No importa ya todo ello cuando en un planeta de siete mil millones de seres humanos sus grandes mayorías se codean con las hambrunas, con las enfermedades, con la brutalidad de la enajenación en el trabajo, con una vida sin futuro, con presentes de sacrificios inútiles sólo para sobrevivir.
No hay comparación con el pasado, solo hay comparación con el futuro…
… y el futuro para la sociedad humana, de persistir encadenado, esclavo de las actuales relaciones de propiedad, seguirá por el camino de la miseria impuesta desde hace muchísimos años.
No hay ni crisis pasajeras ni crisis cíclicas. ¡Hay crisis estructural! y ella es y será permanente en el sistema capitalista. No vendrán épocas de mejoría para las mayorías proletarias y empobrecidas.
Lo que se está expresando es la lucha de clases que brota por todas partes, es decir, existe una gigantesca porción humana del mundo que ya no quiere seguir viviendo como se vive y ello está tiñiendo a la realidad en todo el mundo. Varias expresiones son el común denominador en puntos lejanos del planeta. La dignidad afectada, la injusticia, la paz, y otras tantas consignas nos hermanan y empujan la historia para adelante.
Son éstas y no otras situaciones las que predominan en los pueblos cada vez más laboriosos, pueblos que no se detienen a “pensar” e “intelectualizar” un pasado sin futuro. Por el contrario la lucha de clases exige encontrar los atajos para desencadenar las fuerzas capaces de poner al hombre en la verdadera historia de la humanidad y dejar su primitivismo definitivamente.
Hablamos de la necesidad histórica de revoluciones socialistas, hablamos de irrumpir hacia adelante en la sociedad humana cuando las bases materiales para ello se están desarrollando como nunca, nos referimos a la socialización de la producción alcanzada sobre todo en estas cuatros décadas pasadas.
Pero las clases explotadas y oprimidas fuimos golpeadas en lo ideológico por la clase dominante. Ellos trabajaron seriamente en todos los planos para hacer desaparecer de la faz de la tierra toda idea de revolución social. Trabajaron el terreno de la contrarrevolución con la intensidad necesaria que permitiera presentar la globalización como una salida al desarrollo de las fuerzas productivas y reverdecer de un capitalismo que, ya putrefacto, necesitaba del maquillaje necesario de un entierro.
Esa globalización, ese capitalismo cada vez más desaforado contra las masas desató su furia con más explotación, más opresión y más sufrimiento, barrió de la faz de la tierra los “usos y costumbres” de sociedades que, de una u otra manera, supo aprovechar la humanidad. Quedó hoy más claro y expuesto el extraordinario trabajo de Galeano en Espejos que hila muy fino el verdadero carácter de las fuerzas imperialistas. La globalización y a la vez la mayor socialización de la producción intensificaron las contradicciones a puntos desconocidos de las sociedades humanas. Elevan un peldaño el carácter parasitario de la burguesía derribando paredes infranqueables hasta hace muy poquito.
Hoy en la humanidad debe penetrar la idea de:
¡Ellos o Nosotros!
Y es en ese nosotros que no hay término medio, o es
¡Revolución socialista o es muerte y desolación Capitalista!