Al tiempo que en los últimos meses en las provincias petroleras las instituciones de la burguesía (gobiernos, parlamentos, justicia, sindicatos, etc.) han entrado en frenética carrera para “legalizar” la entrega de los recursos de las cuencas hidrocarburíferas, ocultar la cláusulas “secretas” de los contratos, extender hasta el 2035 las concesiones de la áreas petroleras a las grades corporaciones petroleras y garantizar los pingües negocios personales de los políticos que terminan sus mandatos, los pueblos petroleros del sur de La Pampa, Neuquén, Santa Cruz y Chubut empiezan a sufrir las consecuencias de la recesión del decadente capitalismo globalizado y de sus serviles gobiernos.
El “cuento de la Arabia Saudita ” y de la “vaca viva”, poco duró, para ser reemplazada por una sistemática campaña de difamación y calumnias de los trabajadores petroleros a quienes «acusan» de ganar sueldos de $ 35.000 y de ser vagos todo para ganar consenso social para el ajuste, el despido, el disciplinamiento y la super explotación.
Así en el último año en toda la región sureña ya hubo más de 2500 despidos gran parte encubiertos por la no renovación de contrato y el “retiro voluntario” impuesto por las necesidades políticas de la burguesía de “no hacer olas” en la coyuntura electoral.
Las consecuencias sociales de esta política de ajuste, “necesaria” desde la óptica de los dueños del poder, ya se hacen sentir en toda la legión. La caída del consumo ya afecta a amplios sectores populares que dependen del salario petrolero. Y empieza a crujir la cadena de pagos, como consecuencia del endeudamiento masivo de los trabajadores impulsados por el gobierno y su política de consumo para mantener la gobernabilidad.
Pero no hay “campo orégano” para los propósitos de la burguesía. Las décadas de lucha y experiencia de los trabajadores y pueblos petroleros comienzan a reverdecer en los paros, cortes de rutas, bloqueos de plantas y pozos petroleros. Hace crujir los sindicatos ya desnudos frente a los trabajadores y mostrando su impudicia de ser serviles al poder, de su corrupción y de actuar como gerentes de las empresas, se ven compelidos por el accionar de las bases a hacer “como que luchan” ansiando paros y reclamando, no se sabe a quién, “paz social”, para intentar contener al soberano que anuncia, una vez más, que la dignidad petrolera está integra y se dispone a la lucha al tiempo que levanta la mirada al horizonte en busca del proyecto político que permita a la clase y el pueblo terminar con la eterna explotación y la injusticia que ofrece el capitalismo.