La lucha de los sectores estudiantiles en los procesos revolucionarios ha jugado un importantísimo papel en la lucha de clases. El proceso de luchas de los sectores populares ha tenido siempre a los estudiantes como un sector dinámico y sumamente activo que aportó considerablemente a la lucha revolucionaria.
En los últimos años se ha revitalizado la lucha del sector en distintos países de América Latina; formidables procesos de organización, debate y decisión sobre las políticas educativas de los gobiernos se vienen sucediendo en Chile, México, Colombia y ahora Uruguay y Paraguay. En este último caso, el movimiento estudiantil ha retomado una fuerza enorme y ha logrado, hasta el momento, a través de movilizaciones y tomas de colegios y facultades, la remoción y la prisión de rectores que hasta ayer nomás eran amos y señores de las centros de estudio, aportando así a una corriente mucho más amplia de luchas de diferentes sectores populares.
En nuestro país, esta tradición de lucha y organización ha estado presente en las diferentes etapas históricas jugando un papel fundamental en la lucha de calles aliada a la de otros sectores. Desdela ReformaUniversitariade 1918 la lucha de los estudiantes siempre dijo presente a la hora de aportar a las luchas del conjunto de los sectores obreros y populares. No en vano consignas unitarias, como “obreros y estudiantes, unidos adelante” han quedado en la memoria colectiva.
Hoy ese movimiento atraviesa una etapa de redefiniciones en sus formas organizativas y en sus reclamos, por lo que su experiencia tal vez no sea tan notoria como en otras etapas o en otros países; sin embargo, el movimiento sigue su curso y con seguridad está preparándose para una nueva irrupción en un nuevo ciclo de luchas populares.
No se debe dejar de tener en cuenta que las prácticas del reformismo y el populismo también han hecho mella en el sector. Las distintas agrupaciones estudiantiles que se han convertido en aparatos anquilosados y con las peores prácticas a la hora de la organización, han afectado sensiblemente la participación activa de la masa estudiantil. Los aparatos, montados más en las políticas partidistas y electoralistas que en los verdaderos problemas del estudiantado, provocaron el retraimiento de amplios sectores que rechazan abiertamente esas concepciones. Sin embargo, comienzan a aparecer, como en las luchas de los secundarios de la ciudad de Buenos Aires en 2013 y en algunas facultades de distintas universidades del país, experiencias que retoman lo mejor de la lucha y la organización del sector.
Ese movimiento, todavía incipiente, está marcando el camino. Desde la definición de ejes de lucha verdaderamente sentidos y movilizadores que permiten la participación de el gran masa estudiantil; la conformación de organizaciones de abajo hacia arriba con un genuino ejercicio de la democracia directa en todos los niveles de decisión y ejecución de las tareas a desarrollar; el entrelazamiento de las luchas y reivindicaciones del sector con las luchas y reivindicaciones de otros sectores populares, partiendo de la unidad con docentes, familias, trabajadores de los centros educativos y el pueblo en general.
Todas estas características de este nuevo movimiento que se está gestando serán las que harán posible un reverdecer auténtico de este sector importantísimo para la lucha revolucionaria. En la profundización de esta experiencia que ya está en curso debemos comprometernos los revolucionarios para aportar a su desarrollo y consolidación.