Asistimos a una época histórica en donde todo se hace y se logra en equipo.
Hablemos de lo que hablemos, hagamos lo que hagamos está impuesto en la sociedad que los individuos nos destacamos siempre y cuando haya un colectivo.
El orden industrial es el que va determinando y empapando a todas las actividades de ese contenido.
Para producir una mercancía y para que ella sea competitiva se necesita de una confluencia de fuerza de trabajo hombre cada vez más compenetrada en pequeños y grandes grupos de trabajo. Para ello el Estado imparte en todos lados una formación ideológica a favor de un trabajo “solidario” y desde el mismo inicio del niño en el jardín comienza a recibir esa impronta.
Sin embargo esta cuestión objetiva que impone el propio desarrollo de la sociedad humana se choca frontalmente cuando desde el Estado que pertenece a las minorías explotadoras y opresoras se protegen los intereses devenidos de la socialización de la producción antes mencionada. Estas minorías nos forman para trabajar cada vez más socialmente para obtener más ganancias pero a la vez se apropian individualmente de tamaña riqueza generada por las mayorías.
La burguesía, desde el Estado, supo tener grandes caudillos políticos, de fuste, eran expresiones de una burguesía que aún tenían un peso propio en la trágica política expuesta a la lucha de clases.
Pero hoy la comedia de los candidatos para el domingo se pasea impunemente, sin vergüenza y sinvergüenzas.
Lo curioso de este proceso electoral ya no es que no se sabe nada de un “proyecto” que nadie propone, o que sus actuaciones mediáticas caigan por el agujero negro del ridículo, lo curioso es que estos candidatos adoptan como consignas centrales lo que el ex presidente Menen supo popularizar. ¡Síganme! no los voy a defraudar.
En el marco de esta socialización para producir, para distribuir las mercancías, en definitiva para trabajar, aparecen estos personajes para que los votemos porque que ellos nos van a “salvar”.
Esta democracia está basada en la idea constitucional de que el pueblo NO delibera NI gobierna SI NO a través de sus representantes.
Pero si todos los días nos meten en la cabeza que hay que trabajar en equipo, ser solidarios, compañeros pero con el fin aberrante para que unos pocos se apoderen de la riqueza, ¿cómo vamos a poder entender que esta democracia que nos prohíbe deliberar y gobernar en forma directa pueda resolver los grandes problemas sociales que provoca el sistema de explotación que los cobija cuando, cada vez, tenemos que participar más para generarles más ganancias?
Estas elecciones del domingo, con un renovado ¡Síganme! , va a contrapelo de la historia.
El pueblo está deliberando y el pueblo está eligiendo sus representantes directos. Por un lado el pueblo va en búsqueda de estos nuevos caminos y el poder de los mamarrachos Síganme van por otro.