Las disputas y las contradicciones que se ventilan hora a hora, las idas y venidas, los cambios de discursos, un mar de nuevas mentiras y falsas promesas, los vaivenes y las volteretas en el aire, la ausencia de diferencias sustanciales, y al mismo tiempo, la desesperación por concentrar en política una mínima serie de acuerdos para que gane quien gane avanzar en la gobernabilidad y en la concreción de sus planes, muestra un escenario de aguda crisis política que atomiza a los llamados “representantes del pueblo”. Ya no se trata del balotaje únicamente, sino de lo que vendrá después, cuando asuma al frente del gobierno burgués y del Estado a su servicio una de las viejas caras del poder con nuevo traje de presidente.
La superestructura acusó el golpe demoledor en las elecciones del domingo y sus pedazos (que han saltado por los aires y aun flotan tratando de asirse uno con otro para amalgamar mínimamente un intento de decisión política) desnudan la crisis de gobernabilidad que se avecina, alentando la preocupación de los monopolios por los meses venideros.
La llamada gobernabilidad es el gran problema de la burguesía. La continuidad de ajustes con planchamiento salarial y el disciplinamiento de la clase obrera para la profundización de la explotación, implican la gobernabilidad, y mal que les pese, está íntimamente ligadas a las propias estructuras políticas burguesas del Estado acosadas por la crisis.
El cuestionamiento institucional y la lucha de los trabajadores y el pueblo, y las débiles estructuras políticas que sustentaran al próximo gobierno, mas allá de la cosmética que en sus primeros pasos intente aplicar para crear expectativa, será un escenario cuesta arriba para la gobernabilidad, será un proceso de profundización de la crisis política.
Los monopolios y sus voceros desde sus medios de prensa advierten este escenario. Su posición de clase en el centro de sus preocupaciones no puede ocultar, aunque no lo digan, que la lucha de clases en nuestro país ha roto con sus propios “modelos de dominación”, ha entrado en otro escalón. Pese a su crisis, ellos se preparan para resistir las confrontaciones, puesto que el engaño electoral e institucional de la burguesía ya no pesa… ¿buscarán por medios represivos contener el torrente que se avecina? Les recomendamos ir colocando un helicóptero en la terraza de la casa de gobierno…
Como se confirma a cada día que pasa, el próximo gobierno nacerá débil, condicionado y fraccionado, reflejándose en el quiebre de los “llamados representantes oficiales”, el quiebre en el seno de la propia burguesía monopolista.
La lucha de clases pone al descubierto el grado de descomposición política que expresa la burguesía, su incapacidad, sus mentiras y sus ruindades; ellos están divididos, están acosados y desesperados por no perder el timón, retroceden frente a las demandas planteadas desde la lucha de los trabajadores y el pueblo, al mismo tiempo que no pueden resolverlas, pues el capitalismo es una contradicción abrumadora que muestra su impotencia frente al avance de la lucha de las masas.
En cambio, desde la clase obrera y el pueblo, tenemos el escenario más apropiado para avanzar decididamente en el desarrollo de la unidad política de la clase obrera y en el poder local, es decir, en la constitución de órganos asamblearios soberanos de decisión y acción, con independencia del las putrefactas instituciones del sistema, que se constituyan como verdaderas expresiones de poder revolucionario de la clase obrera y el pueblo. Expresiones de democracia directa que serán los órganos sociales fundamentales para avanzar el en proceso revolucionario hasta la toma del poder y el posterior desarrollo de una sociedad al servicio del ser humano.