Los trabajadores de la línea 216 y de sus 7 ramales (236, 504, 634, 269, 395, 441, 166) protagonizaron el día 11 de noviembre -tras un hecho delictivo sufrido por un chofer en esa madrugada- una jornada de movilización y lucha sin precedente en esta empresa. Cansados de sufrir agresiones y robos permanentes desde hace años sin que nunca se dé solución a esta realidad, o que las respuestas sean tibios reclamos por parte de la representación gremial, los trabajadores decidieron tomar el problema en sus manos, condicionando decididamente las tratativas con las autoridades policiales, la empresa, y el sindicato.
El compañero Marcelo Díaz realizaba uno de los primeros turnos de la madrugada del miércoles 12, delincuentes que subieron a la unidad a mitad de trayecto como cualquier pasajero, al llegar al fondo del recorrido arrebatan violentamente a punta de pistola las pertenencias del compañero, procediendo a dispararle en la cabeza en el momento en que el indefenso chofer atina a cubrirse con su mano. La bala impacta en su mano destrozándole un dedo.
Ya habiéndose dado a la fuga, el compañero fue asistido por vecinos del barrio de Pontevedra y trasladado al hospital materno infantil cercano, con un irreparable daño físico y moral pero fuera de peligro.
Rápidamente, la noticia llegó a la Cabecera de la línea, y a medida que avanzaba la hora y más trabajadores tomaban servicio, el estado deliberativo determinó que decididamente se pare, el cuerpo de delegados que lleva pocos días de asumir la gestión luego de unas elecciones donde se sepultaron 4 años de una gestión pálida que nunca dio solución ni marco participativo a los trabajadores, no hizo más -a partir de lo ocurrido- que responder al constante asecho de la totalidad de los choferes, que a esa altura ya actuaba como un solo puño.
Decididos a ser actores fundamentales y no dar margen de ninguna negociación oscura de la empresa y el sindicato, dos unidades fueron abordadas por decenas de choferes para dirigirse a la comisaría de Pontevedra reclamando seguridad. Concluida la reunión con funcionarios policiales, la sugerencia fue exigir también a funcionarios de otra dependencia de la localidad de Libertad, donde abordaron los delincuentes el colectivo que conducía Marcelo Díaz. Pretendiendo desanimar la movilización -para que la siguiente tratativa quedara atomizada entre el gremio y la empresa- al llegar los trabajadores al playón de la empresa nuevamente en estado asambleario se decidió abordar los coches para ir también a la comisaría de Libertad, donde no sólo se hizo sentir el reclamo sino que además se deliberó sobre las problemáticas laborales y el destino político como trabajadores a partir de esta experiencia.
Concluida esta reunión ya en la cabecera, la desesperación de la empresa y el gremio para restablecer “la normalidad” se hizo evidente, ya que buscaban espacio físico para deliberar a espaldas de los compañeros… Pero los trabajadores no les dieron margen y la decisión fue: lo que haya que decir se dice delante de todos o que se vayan. Claramente, la intención era que se levante el paro, pero lejos que quebrar voluntades y a medida que pasaban los minutos, los ánimos se hacían más fuertes; la asamblea final fue sólo para reafirmar que la medida se mantuviera hasta las 00 hs. Y al grito de ¡UNIDAD, UNIDAD! Los trabajadores fueron testigos de que esta vez la impotencia estaba del lado contrario y que las puertas de la empresa se cerraban por imposición de la lucha.
La reflexión final fue en función del día caído, la sensación general es: “No duele perder un día de laburo cuando se pudo torcer la voluntad de la empresa”… Por supuesto que los compromisos pautados con la policía y con el gremio no son la solución a los problemas de la seguridad, pero la sensación de triunfo de todos los trabajadores nació en esta jornada tras haberse desplegado un potencial de lucha y participación, de acción y democracia directa que traza el camino hacia la construcción de la verdaderas herramientas de lucha de los trabajadores de la 216.