Han pasado ya muchos años de luchas que se vienen conquistando reivindicaciones en el terreno político-social-económico.
La clase dominante no dio absolutamente nada, todo le fue arrancado.
Por lo tanto la asunción del nuevo gobierno seguirá bajo el fuego de la permanente movilización.
La clase obrera industrial se ha venido expresando aún fundamentalmente dentro de los predios de trabajo. Centenares de empresas estuvieron en conflicto y miles de obreros en estado permanente de deliberación. El denominador común de la mayoría de estas situaciones fue el hacer pesar las decisiones por abajo. Con o sin sindicato, la presión se hizo sentir.
Sin embargo en el último año la lucha de los aceiteros iba a marcar un nuevo piso de enfrentamiento. Unidad en más de 40 establecimientos, ejercicio de la democracia directa, la asamblea se tornó en soberana rompiendo todo intento de manipulación burocrática.
Antes y después de estas jornadas se anunciaron metodologías y organizaciones proletarias embrionarias que por décadas no habían irrumpido. Importantes masas de obreros debatiendo situación política, condiciones de trabajo, situación económica. La politización de la clase aumenta cuanto más aumenta su disposición a no resignar nada de lo conquistado e ir por más.
En ese mismo andarivel otros asalariados hicieron robustecer un estado de ánimo de poca tolerancia hacia el poder de la clase dominante. La lucha por reivindicaciones económicas en casi todos los sectores laborales se hizo sentir poniendo las paritarias muy por arriba del techo propuesto por el poder burgués.
En estos sectores la movilización con diversidad de formas se hizo presente en todo el país, los gobiernos locales, provinciales y el Nacional sufrieron en carne propia los sinsabores que les han provocado la lucha y la movilización. Toda decisión que han tomado en los últimos tiempos nace condicionada por el miedo que les tienen a los trabajadores en cada lugar.
Centenares de organizaciones que luchan con un denominador común, una vida digna aparecen asambleas populares que se enfrentan al poder monopolista y sus gobiernos, un ejemplo claro son las que hoy por hoy muestran una decisión firme contra las mineras que obligan con su movilización a repensar cada paso del negocio establecido.
No menos importante son los indicios que está dando el movimiento estudiantil que en varios puntos del país está anunciando su presencia en el reclamo de reivindicaciones, aparecen nuevas experiencias en donde la masa de estudiantes desborda con su movilización estructuras parasitarias que desde arriba no permiten el protagonismo de las mayorías.
No se ve pero se sienten las miles y miles de organizaciones culturales que invaden nuestra sociedad elevando el nivel cultural de las masas laboriosas y a la vez esas masas laboriosas creando, organizando y masificando lo que nuestro pueblo exige. En cada barrio la existencia de expresiones culturales de todo tipo le dan vida a la sociedad por fuera del poder burgués.
Teatros, talleres de pintura, literarios, infinidad de grupos musicales, en fin una sociedad que “no se ve” que se la oculta pero que es una reserva que atraviesa a todo el pueblo y sectores sociales.
Este entramado de la sociedad que incluye profesionales atrapados con salarios de miserias, oprimidos en su condición por estar al servicio obligado de lo más concentrado del capital, a los arruinados pequeños productores que el sistema los “llama PYMES” y a las comunidades aborígenes que sufren el látigo del desplazamiento territorial cuando las grandes empresas invaden no solo sus tierras sino, sobre todo, sus culturas.
No hay barrio que no se movilice por reclamos sentidos ante la falta de servicios, inseguridad, abarcando millones de pobladores en estado de alta sensibilidad.
Es en este contexto de un entramado muy complejo de la sociedad, de una profunda experiencia de lucha y movilización existente que nuestro Partido sostiene que vivimos un momento de la historia en donde se está produciendo un encuentro entre: por un lado todo lo ya caracterizado de la clase obrera y el pueblo en la búsqueda de una salida para una vida digna y por el otro el incremento de las ideas revolucionarias necesarias para elevar el contenido del ¿por qué? se lucha e ir profundizando las metodologías y organizaciones que apunten directamente a la lucha por el poder .
Esta etapa naciente, embrionaria pero no por ello menos profunda es la que estamos transitando. Una etapa que requiere gran confianza en nuestro pueblo anteriormente caracterizado, que no se detiene ni se detendrá por una elección presidencial en ciernes y que seguirá afianzando los puntos de encuentro revolucionarios con la disposición de lucha ya instalada.
La lucha política e ideológica contra el populismo y el reformismo es trascendental, en estos días el grado de desconfianza al pueblo, de subestimación los muestra tal cual son. En la defensa del sistema capitalista todo lo miden por el resultado en las urnas, la lucha de clases es una convidada de piedra. Si se vota a este o a otro es por la “imbecilidad” de nuestro pueblo, por su “ignorancia”. De ninguna manera estas corrientes que no disimulan su necesidad de conciliar las clases para sostener el sistema, entienden que la actual crisis política del poder está dada por el entramado antes mencionado y que irá profundizándose en la medida que el proceso revolucionario siga creciendo.