Las disputas entre sectores monopolistas que aparecen en la superficie como la opción entre Scioli y Macri, y que la burguesía y el oportunismo presentan como la pugna de «dos proyectos de país», no es más que la discusión de cómo se enfrenta la lucha de clases para el mejor sostenimiento del capitalismo monopolista de Estado y de quién se pone al frente del timón del gobierno para que sus negocios particulares rindan mejor.
Los monopolios en su conjunto pretenden que las masas laboriosas se sometan a la superexplotación mediante la baja de la masa salarial, mayor productividad y aumento de la carga impositiva, única vía dentro del sistema para el sostenimiento de la tasa de ganancia de la burguesía monopolista.
Es allí en donde aparecen las distintas fórmulas para que eso ocurra. Una idea es la de la famosa «regulación» del Estado y la otra es la del «libre mercado». Sin embargo, ambas son igualmente mentirosas e inexistentes. Estamos en la fase del capitalismo monopolista de Estado, es decir, del imperialismo, dado lo cual, ni una ni la otra vía pueden «controlar» los mecanismos de la reproducción ampliada del capital.
El capitalismo, desde sus orígenes, es un sistema irracional y caótico porque está basado en la obtención de la máxima ganancia, lo cual hace que lo que se produce y cómo se produce tenga que ver con ese objetivo y no con las necesidades y aspiraciones de la población. En una palabra, es imposible su regulación general. Todo conduce a un embudo en donde caen, se estorban y frenan las fuerzas productivas y terminan destruyéndose. Y esta fase del capitalismo superdesarrollado y en actual decrepitud, ha llevado al caos y la irracionalidad más profunda que se conozca.
Las reservas del Banco Central, el déficit fiscal, la paridad cambiaria, la inflación, las balanzas comercial y financiera, el producto interno bruto, etc. no son variables que puedan preverse y controlarse todas juntas, porque nadie puede imponerle a un capital que produzca tal o cual cosa y que lo haga en tal o cual cantidad u oportunidad ya que si da ganancias extraordinarias allí van los capitales a costa de la subsistencia del propio sistema, la humanidad y la naturaleza misma.
Y todos los capitalistas saben que todas esas variables están sujetas a las leyes del capital que dentro del caos tienen una lógica que conduce a mayor caos y dificultad creciente para tan siquiera «regular» alguna de sus variables.
Lo venimos diciendo con insistencia, estas leyes son la base sobre la que se erige la lucha de clases. Y lo que los burgueses imperialistas discuten hoy en día es cómo se «regula» esa lucha de clases que es la que actúa sobre las leyes del capitalismo profundizándolas y volviendo más caótico el sistema, habiendo generado una crisis política de poder a tal punto que hundió al sistema en una crisis crónica, permanente e irreversible que hace insostenible la gobernabilidad de las masas insubordinadas. De hija del sistema, la crisis política del poder burgués pasó a ser madre de todas las consecuencias irreversibles de la caducidad del sistema.
La prueba más evidente de lo que decimos es que detrás de todo el circo electoral, es decir, como telón de fondo y verdadero problema a enfrentar por parte de su alicaído Estado, la burguesía monopolista, en la fecha, tiene que enfrentar varias luchas simultáneas que se desatan por todas las razones anteriormente descritas y que hace que a nadie le interese el espectáculo millonario montado con las elecciones al punto de que mueva algún sentimiento expectante.
Sólo por nombrar algunos hechos más elocuentes, hoy se producirán cortes en Richieri, (acceso al aeropuerto) por los trabajadores de Cresta Roja. Los obreros de Coca Cola cortarán el Puente Alsina. Panamericana a la altura de la 197 estará cortada por trabajadores de Metalsa y Hutchinson. Los vigiladores de Autopistas del Sol se instalarán frente al Ministerio de Trabajo en Tigre. Los trabajadores de la metalúrgica Prosidar concentrarán en la puerta de dicha empresa en la calle Pintos al 2300, en Sarandí, Pcia. de Buenos Aires, mientras que trabajadores de la autopartista Acoplados del Oeste (ex Petinari) protestarán en la localidad bonaerense de Merlo, y personal de la empresa alimentaria «La Litoraleña», lo harán en el barrio de Chacarita, de Capital Federal….¡Y esto sólo en Buenos Aires!
Todas estas acciones contra despidos, intimidaciones, cierres y amenazas de cierres, persecución laboral y por mejoras en las condiciones de trabajo son medidas que impiden el disciplinamiento para mayor explotación y sostenimiento de la tasa de ganancia que todos los burgueses monopolistas pretenden aplicar contra el pueblo, aunque difieran en la metodología. Nuestro Partido y sectores revolucionarios firmemente insertos en el corazón del proletariado y sectores populares, llevan la bandera de las ideas de la revolución socialista como salida a esta encerrona social.
Por ello, el problema para el actual y el próximo gobierno, se resume a cómo parar la embestida de los trabajadores, fundamentalmente, y del pueblo en general y aplacar el crecimiento del germen revolucionario. La discusión pasa por allí y ni siquiera podemos decir que unos monopolios se enfilan detrás de tal o cual candidato. No hay homogeneidad al interior de ninguna de las dos opciones electorales que nos muestran, el entramado entre monopolios es tal que los dueños de unas empresas son también dueños de acciones en otras que aparecen como competidoras y diferenciadas, por eso es tan absurdo el llamado del populismo de la derrota y la domesticación a apoyar a un candidato electoral. Todo está en discusión y disputa frente al enemigo que no les da descanso: la clase obrera y el pueblo.