Al grito “de si no se solucionan nuestras demandas el domingo Pontevedra no vota”, “Justicia, justicia” se moviliza por quinto día consecutivo la población de Pontevedra partido de Merlo. En el repudio a la muerte de la joven Malena Galatola y en la demanda de semáforos reductores de velocidad, lomos de burro, etc., se condensa el hartazgo de la población por la acumulación de situaciones aberrantes que la han llevado a salir a las calles. Desde la seguridad hasta los accidentes de tránsito, pasando por la salud, la educación, las obras públicas etc.
El hospital de Pontevedra lleva sobre sus espaldas la muerte de 4 niños. Nuevamente mostró ante el accidente la precariedad y el vaciamiento que sufre. La joven no falleció en el acto como dicen los medios, sino en el traslado que un vecino realizó al Hospital Eva Perón a quince kilómetros de distancia porque el hospital de Pontevedra, a escasas 6 cuadras del lugar donde fue atropellada, carece de ambulancias y capacidad para atender casos de urgencias. Como en otras tantas oportunidades esta situación también se suma a la larga lista que en el haber acumulan las condiciones de vida de nuestro pueblo.
Otro episodio similar a éste se dio en Parque San Martin también en el Municipio de Merlo en esta semana. Donde la población masivamente como nunca antes y enfurecida salió a las calles. En una verdadera pueblada rodeó en un radio de dos manzanas a la comisaría y cortó las calles y avenidas con barricadas en toda la zona, también haciendo tronar un grito de JUSTICIA que lo sintetiza todo.
La movilización es masiva porque se ha hecho evidente que así no se puede seguir viviendo. No sólo es una demanda, o un grupo de reclamos, va mas allá de ello, es un punto de inflexión de la lucha de clases, donde lo que se cuestiona son las condiciones de vida que padecemos y donde comienza a ser evidente que el pueblo tome cartas en el asunto.
La decisión asamblearia de mantener la movilización y los cortes hasta tanto no se resuelvan las demandas ahonda la guerra de facciones y las divisiones en el seno del Estado burgués. Los eslabones institucionales se han roto en lo profundo de nuestra sociedad y la incapacidad para centralizar en política las soluciones exigidas saltan a la vista.
Desde el Estado burgués se pasan unos a otros la pelota para evadirse de la multiplicación de problemas que los acosa. Del gobierno municipal al provincial, del provincial al nacional del nacional al municipal y así en una interminable secuencia de argumentos que patentizan sólo una cosa: el carácter y la profundidad de la crisis en que se encuentran acosados por el hartazgo del pueblo.
El torrente irrefrenable de nuestro pueblo los condiciona desde sus necesidades concretas y frente a ello, en campaña electoral, prometen el oro y el moro buscando atenazar, aunque más no sea, un eslabón político que los saque del quebradizo suelo que pisan aun a sabiendas que sus planes, en consonancia con los intereses monopolistas, generaran más y más lucha de los de abajo, lo que subyace es que no pueden solucionar nada.
Sabiamente nuestro pueblo identifica a los responsables de todas estas condiciones de vida y con su grito de justicia no sólo reclama y avanza sobre los causantes, los enjuicia y los condena y, aunque aún no los pueda meter en la cárcel, ejerce la decisión política de encontrar las soluciones más apropiadas y necesarias, las más adecuadas. Desarrolla iniciativas de acción y movilización, se impone frente a un aparato burocrático, parasitario extremadamente ineficaz para solucionar nada y ejerce el mandato por sí mismo, asambleario y directo, dictamina el curso de acción de los funcionarios y los obliga a cumplir con sus demandas, sino «aténganse a las consecuencias».
Cuando esto sucede estamos hablando de un profundo cambio que se materializa en acción y en años de hartazgo frente a toda esta situación. Estamos diciendo ¡¡¡basta, queremos vivir con dignidad!!!
Si nuestro pueblo movilizado realiza todo esto desde sus genuinas experiencias y organizaciones independientes y si esta conducta se amplía más y más como se está demostrando, hay necesidad de un profundo cambio en nuestras condiciones de vida, hay necesidad de transformar el rumbo en función de nuestras necesidades. Se está materializando un ejercicio de poder popular de los de abajo frente a lo viejo y podrido de los de arriba que se rebela contra este sistema oprobioso y se hace más presente que nunca avanzar por el poder local, en la unidad y en la necesidad de una revolución en nuestro país.