Tener la estructura armada y aceitada de los partidos políticos manejados por punteros, patotas sindicales, un ejército de intendentes, etc. todos bajo la bandera del engaño a las masas, la coima, el favor político, los puestos rentados del Estado y del propio partido, el manejo de fondos del Estado a discreción, etc., son herramientas muy valiosas para la dominación que ejerce la burguesía, sobre todo si esas herramientas pueden ir traspasándose en el transcurso del tiempo, lo cual hace que acumulen experiencia y mantengan una influencia en sectores de masas. Esto es lo que constituían los partidos de la burguesía, sobre todo el peronismo. Un partido que a la burguesía le servía para mantener la gobernabilidad y, a los oportunistas arribistas, les significaba el trampolín para acceder, en forma más o menos segura, a los puestos gubernamentales en sus categorías nacional, provincial y municipal.
La crisis política generada por la lucha de clases y el crecimiento de experiencia y conciencia de las masas hizo que esos partidos se fueran desmembrando. El peronismo, el único que quedó más armado nacionalmente luego de la crisis del 2001, se fue abriendo en todos los «ismos» sucesivos a saber: Menemismo, Duhaldismo, Kirchnerismo, Sciolismo, Massismo, De la Sotismo, etc. hasta el punto de quedar diluido el propio nombre de Peronismo. De tal manera que lo que hace decenas de años atrás se cubría con engaños hacia las masas generando expectativas falsas que no se cumplirían nunca, debió cubrirse con mayor cantidad de rentas, coimas y comisiones.
El reemplazo de ideología por dinero no fue inocente, ya que para la burguesía ello significó también ruptura de confianza en esa estructura devenida mercenaria y para las masas redundó en una mayor pérdida de influencia de la ideología burguesa. Pues al romperse el eslabón ideológico y político, y substituirse por el dinero, se generaba el salto de los mercernarios de una estructura a otra, lo cual se conoció como el Borocotismo (aludiendo al cambio de camiseta que hizo el diputado Borocotó) que se generalizó haciéndose común entre los políticos del sistema. Esto a la vez, extendió y profundizó el desprestigio ante las masas y la mayor pérdida de influencia sobre las mismas de parte de la burguesía que ya era muy débil por el propio devenir de la lucha de clases.
A la vez, ello redundó en mayores contradicciones a lo interno pues la única «convicción» ahora son los cargos, el favor gubernamental y los negocios que pudieran rapiñarse desde la estructura, aumentándose así el inevitable costo político y económico para la burguesía, cosa no querida, esto último, porque se contradice con su afán de achicar costos, pero a la vez necesaria para el sostenimiento del poder de esa clase.
En la elección del domingo quedó evidenciado el fenómeno descrito en donde el antiguo justicialismo o peronismo fue dividido en múltiples girones deshilachados y enfrentados entre sí.
El triunfo del Partido de Macri y compañía va a actuar nuevamente en mayor crisis a lo interno del peronismo y de los partidos del sistema. El partido peronista que le permitía a la burguesía una cierta gobernabilidad para, aunque sea, pilotear en el bravío mar de la lucha de clases, está más roto que nunca y perdió el gobierno ante un armado político sin estructura.
El Partido de Macri y aliados no tiene esa estructura nacional en un momento en que la burguesía monopolista requiere de una alta centralización política y gobernabilidad hacia el pueblo -para intentar sostener su tasa de ganancia que tiende a bajar- ejerciendo una vuelta profunda en el ajuste de salarios y fondos destinados a las necesidades del pueblo.
Recurriendo a los mismos fondos que antes utilizaba el gobierno de los Kirchner, pero carente de lazos políticos e ideológicos que pueda unirlos a algún sector de masas, se va a intentar reconstituir una estructura afín al gobierno de Macri, pero no les va a ser fácil porque, además de encontrar el firme muro de la movilización del pueblo que viene en alza y que no está dispuesto a ceder, chocará también con la propia estructura desplazada de las hilachas de las distintas facciones burguesas mercenarias desplazadas que se disputan los mismos favores del poder.
El escenario de la lucha de clases, se presenta así muy favorable a la clase obrera y al pueblo en general. Por eso la profundización de las luchas, la fusión de la propuesta revolucionaria socialista de nuestro Partido y demás destacamentos revolucionarios, la férrea unidad de todo el arco opositor a la política de disciplinamiento y a la baja de las condiciones de vida del pueblo, y el desarrollo y generalización de las herramientas que el pueblo ya utiliza naturalmente para conquistar y decidir, tales como la democracia directa y las asambleas son, desde ya, la tarea a intensificar en todos los órdenes.