Monsanto es uno de “los puntos en común” que deja en evidencia los planes de toda la burguesía monopolista, gobierne quién gobierne, más allá de las expresiones que hace pocos días en apariencias se propusieron como “diferentes”.
Leonardo Sarquís, ex gerente general de la división de semillas de la multinacional Monsanto, será quien manejará la política agropecuaria de la provincia de Buenos Aires, centro de la producción agraria del país. Queda claro que en esta designación (como en otras tantas) se describe la continuidad del modelo de sojización que ha provocado terribles daños ambientales y condena a todo el pueblo.
Dicho modelo de saqueo se instauró en el país de la mano del kirchnerismo, que no sólo garantizó las condiciones para la producción indiscriminada de soja, sino que además, impulsó proyectos de patentación de las semillas, a caballo de las decisiones y los loby de la multinacional.
En el año 2012 Cristina Fernández brindó una conferencia de prensa anunciando inversiones de distintas empresas multinacionales, entre las cuales se encontraba Monsanto: «Les quiero mostrar, porque estoy muy orgullosa, el prospecto de Monsanto sobre una inversión muy importante en Malvinas Argentinas, provincia de Córdoba. Como así también dos centros de investigación y desarrollo. Esta inversión es de 150 millones de dólares», En ese sentido, consideró «importantísima» la inversión de la multinacional y remarcó que dicho ingreso iba a «ayudar a la concreción de pan agroalimentario 2020», dijo en aquel entonces…
Cabe recordar que en Córdoba, la policía de dicha provincia reprimió en varias ocasiones las movilizaciones populares y los reclamos en contra de Monsanto, que obligaron a parar el inicio de funcionamiento de esa planta.
El intento de avasallamiento de la lucha popular ha sido la forma de garantizar la deforestación desmedida y la ocupación de las tierras de los pueblos originarios. Esto genera las condiciones para que la soja encuentre su espacio y pueda consolidarse como “protagonista” de este “modelo” llamado productivo.
Un Estado presente que garantizó las condiciones y los negocios del monocultivo sojero, en donde Monsanto se consolidó en el país con todos sus productos y semillas, favoreciendo una concentración cada vez en menos manos, histórica para el campo de nuestro país.
Esta recontra comprobado la causalidad necesaria entre la utilización de agrotóxicos y el incremento de enfermos de cáncer en las zonas donde se fumiga con esos productos. En este sistema, la rentabilidad de la soja no se puede entender sin la utilización de estos químicos. Es a través de esas fumigaciones que se garantiza que ‘las malezas’ no impidan el crecimiento y garanticen la producción. Con la eliminación de las malezas, los tóxicos eliminan otro tipo de seres vivos. Inclusive a los seres humanos.
La burguesía dice: «No es un problema de los químicos en si, sino de la mala utilización». Lo cierto es que NO depende de una buena o mala utilización, sino que las fumigaciones aéreas contaminan las napas y pozos de agua, el aire que se respira, entre otras cosas. Además, por más que la fumigación sea directa, los productos que se consumen luego de haber sido fumigados con agrotóxicos, también implican un serio riesgo para la vida humana. Nos están envenenando.
Monsanto hace que los gobiernos acepten patentar las semillas y se cobren regalías por la reutilización de las mismas. Por decreto se le otorgó (y se sostiene) el “beneficio” a esta multinacional.
Monsanto “duerme sin frazadas”, gobierne quien gobierne. La continuidad de su proyecto de expansión a nivel global, forma parte de los planes del nuevo gobierno. Llegaron al país de a mano de Menem, se consolidaron con los Kirchner y tendrán continuidad con Macri. Los únicos afectados somos los pueblos fumigados.