Para nuestro partido, la contradicción principal y fundamental es: burguesía versus proletariado. Es decir, en ese marco central es donde se mueve la lucha de clases.
Pero la burguesía, con el afán de engañar y confundir al pueblo, trata de esconder tal contradicciones , desvirtuarla, hacerla compleja cuando no lo es. Así, para los intelectuales y políticos kirchneristas, por ejemplo, el que se va es un gobierno progresista, y el que viene, un gobierno de derecha. Los mismos detractores que hicieron loas con el fin de las ideologías.
Y para los que vienen, los que se van son una expresión de la izquierda autoritaria, y ellos unos demócratas puros, para los cuales también vivimos el fin de las ideologías. Pero veamos, ni muy muy, ni tan tan.
El día que asumió la presidencia Néstor Kirchner en el 2003, en su discurso se proclamó como un dirigente desarrollista. Y nada es casual en la viña del señor: Mauricio Macri hizo las mismas declaraciones ni bien se había reconocido su triunfo electoral.
Este primer punto de contacto en común, a la vista, bien podría definirse como una banalidad o generalidad política que no hace a la esencia de las cosas; como es tal vez, la misma diferenciación que se hacen entre ellos como que unos son de izquierda y otros de derecha, cuando en realidad, aparte de definirse ambos desarrollistas, tienen la particularidad de que uno de los ministros estrella del flamante gobierno también lo fue del gobierno saliente.
Así es el caso de Prat-Gay que, entre otras cualidades, comenzó a trabajar a los 18 años en la banca JP Morgan donde se formó, y entre otras pequeñeces fue apoderado de Amalia Lacroce de Fortabat; lo cual inclina un poquito la balanza (dentro de la frivolidad) más a favor de que ambos son, a pesar de las declaraciones, más “desarrollistas” que izquierdistas o derechistas.
Pero basta detenernos nada más unos párrafos para describir, en un pantallazo, lo que fue y significó el gobierno desarrollista del gurú más importante que tuvo el desarrollismo en América Latina: Arturo Frondizi. Dicho sea de paso, vaya coincidencia, fue el primer secretario de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, fundada en 1936. Proveniente del radicalismo el hombre, rompió con su partido y fue elegido presidente con el apoyo del peronismo cuando este era proscripto.
Dentro de sus “cualidades famosas” fue la publicación de un libro antes de ser electo presidente que hacía loas sobre la defensa y soberanía del petróleo nacional; cosa que no fue tal pues cuando asumió como presidente mandó a retirar el libro de todo el circuito comercial, y su primer acto de gobierno fue la firma de contratos con empresas petroleras extranjeras, contratos que autorizaban a dichas empresas a introducir todo el material que consideraran necesario para la explotación petrolera sin pagar impuestos.
La carga impositiva sería pagada por YPF (en ese momento empresa del Estado) que en el fondo no es otra cosa que un subsidio, el reintegro de las inversiones, y las ganancias de las empresas podían ser giradas al exterior con total libertad. La producción petrolera se triplicó e YPF se comprometió a comprar toda la producción. El déficit fue total, con un desequilibrio en la balanza comercial tan grande que, aunque nadie lo dice, las empresas se quedaron con el pan y la torta. Y el país entró en una crisis económica y política sin precedentes hasta ese momento.
Frondizi nombró como ministro de economía al famoso Capitán Álvaro Alzogaray para que aplicara un tremendo ajuste por la inflación generada con el objetivo de una reducción de la masa salarial. “Hay que pasar el invierno”, afirmo ; a lo cual, por la respuesta de lucha de nuestro pueblo, aplicó el Plan CONINTES (Conmoción Interna del Estado). Era un gobierno débil y su caída no se hizo esperar.
Si nos referimos al presente, las banalidades quedan un poco más claras, y si bien hoy no vivimos el ayer sino el mañana, la constante de las clases dominantes, su real objetivo, es la obtención de la ganancia a costa de la explotación de los pueblos, para lo cual se basan en las mentiras, teorías económicas retorcidas, e ideologizaciones para embarrarle la cancha a su máximo oponente, la clase obrera y el pueblo, con el único fin de sostener su dominación, el gran problema que se les presenta hoy que no les queda margen para plantear que tendremos que pasar el invierno. Hoy, los monopolios, patrón, dueños y señores del Estado Argentino y toda la súper estructura política burguesa, viven un momento de debilidad política donde ya no pueden engañar a nadie, más allá de los actos electorales, nuestro pueblo tiene muy en claro que todas las políticas del sistema, jueguen tanto el rol hoy de oficialistas como de opositores, aunque pretendan diferenciarse responden al mismo patrón.
Pero tienen en puerta un nuevo engaño: construir un atajo que exprese una falsa rebeldía para desvirtuar la genuina lucha de nuestro pueblo.
Para el oficialismo, serán desestabilizadores; para la “oposición”, será resistir contra la derecha. Es decir, harán la gran Frondizi, como buenos desarrollistas que son: esconder el libro en el oficialismo, y sacarlo a la calle en la oposición. Nuestro clase obrera y el pueblo no les cree porque y ya hace años que viene luchando, no necesita que nadie lo reemplace en la calle, en las fábricas, en las universidades. No hay ningún denominador común entre la burguesía y el pueblo.