Ríos de tinta se han gastado por estos días respecto al traspaso presidencial, a la “salud institucional”… todo en medio de transas, idas y vueltas, acusaciones… que parecieran terminar hoy al mediodía con la llegada de Macri al Ejecutivo. Pero toda esta comedia no es otra cosa que la fiel expresión de la profunda crisis política que atraviesa a toda la clase dominante en nuestro país, agravada sustancialmente por el estado de ánimo y predisposición a plantarse de los trabajadores y el pueblo, frente a cualquier intento de avasallar nuestros derechos conquistados. “Con la guardia alta”, decíamos ayer, y eso es lo que se percibe en la calle.
Por eso, no sorprende que por estos días, infinitos comentarios o mensajes que pueden escucharse, hacen referencia a una cuestión bien concreta: “déjense de discutir por pavadas y ocúpense de los verdaderos problemas que tenemos como pueblo”… La estampida de los precios y la incertidumbre respecto a lo que se viene es la principal preocupación de un pueblo entero, a merced de una serie de personajes siniestros que llegan al poder NO para ocuparse de esas cuestiones, sino para continuar garantizando los negocios y las ganancias de un puñado de empresas multinacionales; quienes deciden en un escritorio los designios de nuestras vidas, quienes tienen el Estado a su servicio, quienes colocan a sus gerentes en cargos de primera línea en el Estado… atendido por sus propios dueños, podríamos decir.
Ellos, como clase burguesa en el poder, necesitarán avanzar en contra de los intereses populares, pero lejos de navegar en aguas calmas, lo que expresan es una profunda debilidad y una crisis galopante. Crisis de sus instituciones y crisis a la hora de lo que necesitan o tienen que hacer para sostener sus ganancias. Lo venimos sosteniendo en varios de nuestros artículos durante las últimas semanas: las incapacidades burguesas son la fortaleza de la clase obrera y el pueblo.
Por eso, tenemos que tener bien presente que el acto de hoy constituye un nuevo intento por resolver los problemas que ELLOS tienen; nada tiene que ver con NUESTROS problemas, como trabajadores explotados por la clase que detenta el poder y que conforma sus gobiernos.
Por eso, no nos cansaremos de insistir que para nuestro Partido, la contradicción principal y fundamental es: burguesía versus proletariado, que no es ni más ni menos que el marco central en donde se mueve la lucha de clases. La burguesía intentará nuevos engaños y confusiones, con el objetivo de esconder esta contradicción, desvirtuarla, complejizarla… cuando en realidad, no lo es. No hay ningún denominador común entre la burguesía y el pueblo. Ni lo hubo ni lo habrá. Partimos de la idea de la existencia de las clases y desde allí encontramos intereses irreconciliables con la clase dominante.
La unidad de la clase obrera y el pueblo es el principal objetivo revolucionario del momento. Sobre la base de esta idea central, el problema de la unidad de todo el pueblo es trascendental. De nada sirven derechas o izquierdas, liberalismos, populismos o cualquier otro ismo… en definitiva, nuestra clase obrera y nuestro pueblo están unidos por infinitos vasos comunicantes que trascienden los miserables intereses impuestos por el poder.
Los tiempos que se avecinan comprenden la lucha de todo el pueblo; se dirimirán con la fuerza de millones. Con la amplia unidad de la clase obrera y el pueblo, con la decisión de imponerles nuestras condiciones y no dejarlos avanzar, ni en el corto, ni en el largo plazo. Los tiempos de la lucha serán los que se impongan desde abajo.