Así como hemos sostenido que los sectores más concentrados de la burguesía monopolista ganaron fortunas tanto con las privatizaciones de los 90 como con las “estatizaciones” de los 2000; debemos decir que esos mismos sectores de la clase dominante ganaron fortunas con las “restricciones al dólar” del kirchnerismo, como con la liberación del cepo del gobierno de Macri en el día de ayer.
Lo que estamos observando en las alturas es una pelea a muerte de “pesos pesados” de la burguesía monopolista, en donde pretenden que el pueblo trabajador se transforme en rehén y pagador de sus negocios. Los monopolios ligados al consumo interno (forrados en pesos) se oponen a una devaluación furibunda, mientras que los exportadores que hacen negocios en dólares, harán multimillonarios negocios con esta devaluación.
Lo concreto es que una devaluación de más del 50% como la que padecerá el pueblo luego de las medidas planteadas ayer, implicará una brutal escalada de precios, además de la sufrida en estas últimas semanas, que seguirá golpeando nuestro poder adquisitivo. Lo que está claro para todos, en un país como el nuestro en donde el dólar es el valor de referencia de todo lo que consumimos, en donde todos los precios están atados al dólar, es quién será el que pagará el costo de este nuevo ajuste.
Mecanismos como el de la inflación, el cepo al dólar, el impuesto a las ganancias, el IVA, el aumento en los ritmos de producción, etc., son parte de una misma cosa: achatar nuestro salario para solventar los grandes negocios de los monopolios a nivel planetario.
La “liberación del cepo” también lo es. Los únicos especuladores son los burgueses. El pueblo trabajador no tiene nada que ver con todo esto. Lo único que buscan es achicar nuestro poder adquisitivo, nuestro salario. El salario promedio en dólares de un trabajador argentino sigue cayendo. Con un dólar más alto, el costo en pesos de las grandes empresas a la hora de pagar salarios, será menor. El fondo de la cuestión es el robo a nuestro bolsillo, con un mecanismo montado en una gran mentira. Achicar la masa salarial de todos los trabajadores, de todo el país, es claramente el objetivo de la burguesía monopolista en este momento.
La burguesía es anárquica y cruel; su pensamiento es inmediato porque así lo requiere la inmediatez de sus negocios. El sector dominante de la burguesía monopolista tiene entre sus filas a titanes del mundo globalizado, que realizan ganancias inigualables en el planeta, cifras que asustan mencionarlas por la extensión de ceros en billete verde.
Miles de millones de dólares van a parar al bolsillo de unos pocos monopolios, más la consabida parte que les toca a los funcionarios corruptos del Estado.
Allí están los verdaderos enemigos de nuestro pueblo que tienen intereses irreconciliables con la clase obrera; enemigos que cuentan con los funcionarios del Estado para legalizar sus políticas de ultraje. Y este gobierno no es la excepción.
Los problemas de la burguesía no son los nuestros. Ellos quieren perpetuar el sistema capitalista. Sus problemas hoy son la imposibilidad de ejercer el poder de disciplinamiento sobre la clase explotada y los sectores oprimidos, que no nos dejamos explotar y oprimir fácilmente, que no aceptamos sus desajustes económicos, derivados de esa rebeldía y de las leyes del propio capitalismo que les restan “competencia”, ni el alto déficit fiscal que obliga a la emisión de dinero sin respaldo, o la disparidad entre el valor del dólar y el peso (lo que tiende a disminuir las reservas del Banco Central), y todas sus incapacidades.
Nuestro camino como pueblo es avanzar en las luchas contra el poder burgués, su gobierno y el Estado que le sirve de herramienta para sojuzgarnos. Avanzar en la instalación de la democracia directa y el estado asambleario en las fábricas, en los barrios, en las escuelas y en todo ámbito de trabajo y del quehacer popular, para ir logrando conquistas y ganando la libertad política de decidir y ejecutar nuestra voluntad.
Este gobierno es la máscara de proa del Estado al servicio de la burguesía monopolista. Tenemos que hacerle sentir hasta la médula que este pueblo los condicionará hasta en la más mínima decisión que pretendan tomar a costa de nuestra calidad de vida.