Aunque aún no han pasado ni siquiera 30 días de este informe oficial que presentamos más abajo, realizado por el INDEC, organismo reconocidamente “trucho” como toda institución del Estado, parecerían estos números como un piso desolador para el salario del trabajador. Sin embargo, y a pesar de lo “real “de ello, volvieron a castigar a millones de argentinos asalariados con una devaluación.
Son hipócritas, mentirosos, amenazantes, chantajistas.
Ese es el verdadero cuño de la clase dominante y sus sucesivos gobiernos. La lucha abierta por paritarias o sin ellas por el 50% debe emparentarse directamente con la preparación permanente de fuerzas políticas hacia la lucha POR EL PODER.
Producirá un cansancio necesario en los asalariados si no se sigue profundizando rápidamente, en un proceso de unidad política capaz de ir erigiéndose como alternativa a las salidas que proponen más capitalismo dibujado con la frase “celebre” de capitalismo “bueno”, “comprensible”, “humanitario”. Es decir, más populismo, más reformismo, intentando conciliar a las clases irreconciliables.
La lucha por el 50% es una lucha de todo el pueblo, de todos los que de una u otra manera estamos afectados por esta cruda realidad. El populismo y el reformismo no dejarán de llevar sus inquietudes electorales intentando usar la movilización que se presenta en alza. La línea divisoria que plantea nuestro partido es clasista, que abarca a la aplastante mayoría de la población. El populismo y el reformismo, por el contrario, desclasan la lucha porque la llevan al terreno electoral para “mejorar el capitalismo”. El populismo y el reformismo son una ideología burguesa metida en el pueblo y contra ella deberemos luchar incansablemente.
No se trata de mejorar el sistema que siempre va y va por sus ganancias; se trata de mejorar las condiciones de vida luchando permanentemente por las reivindicaciones más sentidas (en este caso el 50%) a la vez que enfrentamos las políticas del gobierno y todo el anclaje electoralista que está en el medio para sostener el capitalismo y su gobernabilidad maltrecha.
Tenemos que garantizar golpear con un solo puño, y a la vez garantizar la independencia política capaz de llevar todo enfrentamiento al torrente de la revolución.
La metodología revolucionaria se asienta en la autoconvocatoria, la democracia directa y el fortalecimiento de todas las organizaciones que nuestro pueblo va creando en cada batalla. Confianza y más confianza en esas fuerzas que están transitando masivamente caminos, desde los más simples a los más complejos, desde los más débiles a los más fuertes, pero confiar y confiar que somos la gran mayoría de la población.
En este reclamo del 50% es absolutamente justo y necesario; el gobierno y la oposición, recordémoslo permanentemente, cuidarán la gobernabilidad y el sistema que los cobija. Sus contradicciones son propias de su clase y las tienen a más no poder; los revolucionarios tenemos la obligación política de ensanchar el camino del enfrentamiento bien por abajo y en un inteligente trabajo unitario que responda a las metodologías que están tiñendo la lucha de clases.
Para fundamentar y acompañar nuestra consigna del 50% como justa y necesaria mostramos el despojo que nos ha hecho del salario la clase dominante, que va desde el segundo trimestre del2015 anuestros días, considerando la brutal devaluación del peso llevada a cabo por este gobierno que apunta a la reducción de la masa salarial.
Estas cifras son dela Encuesta Permanentede Hogares (EPH) del segundo trimestre del 2015. Fue difundida el 21 de diciembre del 2015 por el INDEC, y proyectadas al total de la población ocupada urbana que suma 16 millones.
Incluye a los empleados en relación de dependencia, por cuenta propia, de profesionales o patrones, estén o no registrados enla Seguridad Social.En promedio, el ingreso es de 7.354 pesos.
La mitad de la gente ocupada, unas 8 millones de personas, gana menos de $6.500 mensuales.
El 30% de esos ocupados, 4,8 millones de personas, percibe menos de $4.000 mensuales.
Hay un 10% o 1,6 millones de personas que cobra menos de $2.000 por mes.
En tanto, si se considera a todo el grupo familiar (porque además del jefe de hogar trabajan otros integrantes), la mitad de los hogares tienen ingresos inferiores a los $10.170 mensuales. Y si se considera sólo el 30% de los hogares, donde viven unas 10 millones de personas, ingresan menos de 7.220 pesos.
El 33,1% de los asalariados se desempeña en negro.
Hay más de un millón de “subocupados demandantes”, porque trabajan pocas horas aunque quieren trabajar más o están buscando otro empleo adicional.
Vasta franja de monotributistas, que ya superan el millón, de bajos ingresos.
Trabajadores no calificados: la mitad gana menos de $3.600 mensuales, mientras la mitad de los que se desempeñan en las áreas operativas ganan menos de $ 6.500.
En tanto, la mitad de los varones ocupados gana menos de $7.000 en tanto la mitad de las mujeres percibe menos de $5.400.
Estas cifras muestran que el poder de compra del grueso de los trabajadores ocupados sigue siendo bajo e insuficiente frente al costo de la canasta familiar que mediciones privadas ubican, para una familia tipo, (matrimonio con 2 hijos) en más de $8.000. En base a estas cifras se puede inferir que la pobreza se aproxima a más del 25-30% de las mediciones alternativas.