Esta confrontación se da en el marco de los “nuevos negocios” que se abren a partir de su iniciativa de recuperar el terreno perdido en todos los campos, como consecuencia de la formidable embestida política de las clases populares contra los designios de la oligarquía financiera a partir del 2001 que los hizo retroceder, arrancándoles, desde entonces, conquistas económicas, políticas y sociales.
Si bien esta reyerta se extiende por todo el mapa del país, la dimensión que ha adquirido ésta en Jujuy nos lleva a ver las razones de fondo de la misma.
La clave radica en el llamado «Plan Belgrano» impulsado desde el ejecutivo que apunta al “desarrollo” de las provincias de Salta, Jujuy, Tucumán, La Rioja , Catamarca, Misiones, Corrientes, Chaco, Formosa y Santiago del Estero.
Donde se proyecta, según ellos “una inversión en infraestructura de 16 mil millones de dólares, un fondo de reparación histórica de 50 mil millones de pesos en 4 años, solución habitacional para 250.000 familias, subsidios para las economías regionales e incentivos laborales, entre otros beneficios”.
Además de “un plan de infraestructura vial, ferroviaria y aerocomercial para integrar productivamente a las provincias del norte entre sí, con el centro del país, con los puertos y los países vecinos.” “Transformar en autovía los tramos de las rutas 9, 34 y 14. Reactivar los ferrocarriles Belgrano, Mitre y Urquiza y mejorar los aeropuertos de Iguazú, Resistencia, Tucumán y Salta para fomentar el turismo.”
Todo esto hace caer las “babas” -como les pasaba a los perros cuando el investigador ruso Pavlov hacía sonar la campana repetidamente a fin de comprobar el reflejo condicionado de estos animales- de la burguesía monopolista que exigen a su Estado la concentración política y económica y el “desmalezamiento” de todo lo que se interponga en la concreción de sus negocios,
Está claro que la política general de la burguesía es intentar quebrar las organizaciones sociales, incluso usando la “ley antiterrorista” de la “década ganada”. A lo cual hay que oponerse con la movilización y la lucha sin cuartel.
Pero no debemos confundir la defensa del derecho a la organización para lograr las reivindicaciones, muchas de ellas históricas y la importancia de ésta en la construcción del poder, con la defensa incondicional del lumpen encaramado sobre las necesidades, las miserias y la exclusión social capitalista de millares de argentinos para organizar verdaderas mafias corruptas enriquecidas que se quedan con la parte del león de los salarios de los trabajadores de las cooperativas, y que han utilizado, bajo coerción, a sus integrantes como fuerza de apriete y choque, organizando verdaderas bandas delictivas, muchas de ellas ligadas al narcotráfico y que durante la última década han sido funcionales a los interese del poder, cosa que todo el pueblo conoce, sólo aporta a permitir la reconstrucción del plafón que necesitan las políticas reaccionarias de la oligarquía financiera.
Es por esto que los revolucionarios debemos “separar la paja del trigo”, por ejemplo con algo por lo que aún hoy algunos pagan costos políticos: el silencio en la estafa de “Sueños Compartidos” que delincuentes desclasados montaron sobre la heroica y ejemplar historia de nuestras “Madres de Plaza de Mayo”, todo para proteger a los que se consideraban del “mismo palo”.
El camino para terminar con estas lacras burguesas, lo enseñan cientos de organizaciones obreras, sociales y ambientalistas, que rompieron con el patrocinio del Estado, el caciquismo y los capangas, para adoptar las prácticas de las asambleas y la democracia directa, prácticas que abren camino hacia los cambios sociales que el pueblo aspira.