«Los inversores también se siguen adaptando a un mundo donde la rentabilidad de los bancos se vio obstaculizada por la enorme cantidad de capital que deben mantener.» (el resaltado es nuestro).
Dice el artículo del «Financial Times», escrito por dos analistas económicos y reproducido por el diario «El Cronista Comercial» de ayer, refiriéndose a la situación crítica que afrontan los grandes bancos mundiales de Europa y Estados Unidos la cual les ha hecho perder valor de sus acciones de entre 8% y 20%, mencionando gigantes financieros tales como el Deutsche Bank, Credit Suisse, Standard Chartered, Bank of America Merrill Lynch y Morgan Stanley.
Más adelante, el mismo artículo agrega: «Tienen (los bancos) los niveles más altos de capital en décadas (los principales bancos de Estados Unidos duplicaron con creces sus ratios, mientras que los bancos europeos recaudaron más de 400.000 millones de euros desde 2007).»
Los articulistas se mofan de algunas de las causas que argumentan los analistas para describir los motivos de la crisis, tales como: «Fue el estancamiento de China. Fue el frágil crecimiento económico mundial. Fue la caída de los precios del petróleo. Fue que las tasas de interés se volvieron negativas. Fueron los temores por el capital de los bancos. Fueron las inminentes pérdidas en préstamos. Fue que la mentalidad de rebaño se está volviendo incontrolable. Fue esquizofrenia.»
Y más adelante, como pidiendo racionalidad a los actores financieros, agregan un comentario de un Banquero Senior (según la calificación que usan para el dueño de la siguiente reflexión): «Las personas racionales dejan de actuar como tales en mercados muy dinámicos».
Lo que no dicen los autores de la nota es que esta situación sumamente contradictoria en que la mayor riqueza y la gran concentración de la misma en pocas manos lleva sin atenuantes a la bancarrota del sistema capitalista fue prevista por Marx hace más de un siglo y medio, a partir del análisis científico y del descubrimiento de las leyes que rigen el sistema capitalista. Leyes que no pueden ser torcidas en el marco del mismo y que no pueden ser controladas por ninguna voluntad de clase, de grupo o de persona alguna.
En su libro el «Imperialismo fase superior del capitalismo», Lenin corroboraba y desarrollaba las ideas de Marx denunciando el papel dominador, destructor y parasitario del capital financiero acaparado por un puñado de Bancos en asociación con el capital industrial.
A pesar del ocultamiento de la extraordinaria ciencia marxista, se comprueba una vez más, la certeza de la misma, en la cual, siendo la ganancia el móvil de la producción, la mayor riqueza acumulada en pocas manos con el mantenimiento de la propiedad privada sobre los medios de producción es la que lleva indefectiblemente no sólo al empobrecimiento terrible y a la hambruna de millones y millones de seres humanos, sino que también, y muy a pesar de la voluntad de sus sostenedores y apologistas, a la bancarrota de la economía mundial capitalista con todas la consecuencias que ello acarrea para los pueblos.
Ésta es precisamente la irracionalidad del sistema capitalista, al que infantilmente se le pide «racionalidad».
Las leyes que hacen funcionar el sistema capitalista descubiertas por Marx, no sólo actúan profundizando sus crisis, sino que han convertido las crisis periódicas en crisis estructural terminal crónica.
Sobre esta base material crítica se erige la lucha de clases cada vez más aguda en la que destaca el papel en auge de los pueblos del mundo dispuestos a vender caras sus vidas y dignidad.
Pero la oligarquía financiera, sector dominante del planeta, no cae por sí misma pues, a pesar de todos los conflictos que genera la subsistencia de su sistema capitalista, también ha creado las herramientas estatales que sostienen y reproducen el mismo aunque su precio sea la desgracia de miles de millones de seres humanos.
Es por eso que, tal como lo venimos haciendo en nuestro país y conjuntamente con otros pueblos del globo, los proletarios y sectores populares debemos insistir en las luchas, la organización y el surgimiento de una salida revolucionaria que, de la mano de la ciencia marxista-leninista, es decir, revolucionaria y socialista, dé por terminada esta calamidad que la burguesía y su coro de oportunistas y reformistas tratan de sostener.
Una vez más, el marxismo, al que millones de veces le imputaron su pérdida de vigencia y hasta su muerte, deja al desnudo el lamento burgués y el ruego exasperado de los apologistas del sistema que con desesperación, asisten a las tortuosas consecuencias que tanta acumulación de riquezas provoca, sin poder comprender qué es lo que lleva contradictoriamente a la pérdida de sus esperadas ganancias, sin poder dar respuestas no sólo a ese fenómeno sino, fundamentalmente, a la actitud firme de los pueblos que acrecientan y profundizan la crisis política de la burguesía monopolista y hacen peligrar el sostenimiento histórico de su poder.