La burguesía inunda nuestras vidas a través de su cotidiana propaganda, con una infinidad de problemas para que -como pueblo- desviemos el foco de nuestra atención. Es común por estos días ver seguido en los medios de información el problema de los despidos, o cómo gerentes sindicales se sientan a negociar el futuro de los asalariados, entre otros temas. También invaden con su propaganda en el seno de la gran industria, si no es la falta de producción es, la poca productividad, si no es el elevado índice de ausentismo es, el sobrante de operarios, y así intentan permanentemente tener a la clase obrera mansa, esa es su principal preocupación, ese es realmente su principal problema.
¿Por qué es un problema para los monopolios? Porque ellos anhelan poder seguir haciendo grandes negocios y así sostener o aumentar la obtención de plusvalía, achicando la masa salarial, pero encuentran que en la Argentina, como en otras partes del mundo, la clase obrera da respuestas ante esos intentos, pasa por encima de la institucionalidad burguesa y se aferra a metodologías que ya les son propias.
El ejercicio de la democracia directa, el carácter autoconvocado, la participación masiva en diferentes formas de asambleas, donde el protagonismo de las mayorías es lo que manda, son a esta altura, la garantía de triunfo en los enfrentamientos que se avecinan.
Hasta aquí un muy breve punto de vista sobre la situación actual que estamos atravesando. Los monopolios necesitan más y no le encuentran la forma, aunque lo siguen intentando y la clase obrera y el pueblo ya no quieren vivir más como hasta ahora pero tampoco saben aún hacia dónde ir.
Es fundamental, dada ésta situación, profundizar los niveles de movilización, crearles una grieta aún más profunda con la exigencia de un 50% de aumento con o sin paritarias, exigirles vía asamblea y democracia directa todo aquello que sí nos atañe como pueblo.
Pero por sobre todas las cosas hacer fluir de manera masiva las ideas socialistas, las ideas revolucionarias. Que no hay otra forma de resolver los problemas de la vida cotidiana si no luchamos por el poder político, que si no lo hacemos caer, solito no se cae.
Comprender que cuando se habla de una revolución socialista no es otra cosa que profundizar esas luchas que ya tienen ese germen, que en la práctica concreta son una expresión de lo nuevo y llevan consigo lo revolucionario. Que decenas de miles, o mejor dicho millones, sepan que esas formas que hoy implementan para la lucha tienen que transformarse en un nuevo Estado que ponga desde el vamos al ser humano por sobre las necesidades de los grandes negocios.
La vida ya demostró que utópico es creer que el capitalismo puede llegar a humanizarse, a poder resolver algunas de las miserias que sufrimos los seres humanos, muy por el contrario cada día demuestra que en la ambición de mayores niveles de plusvalía todo vale.
Poner al servicio de la revolución todos esos esfuerzos que como pueblo hacemos día a día para sobrevivir en este sistema, es la garantía de poder avanzar hacia una sociedad realmente humana.