Cuando decimos que al sistema no le conviene un pueblo organizado resolviendo sus propios problemas, lo decimos no sólo por conocer como se manejan, sino, desde la propia experiencia.
Cuando un barrio comienza ha hacer sus primeras experiencias de autoconvocatoria y democracia directa, aparecen a rondar sobre la misma -como moscas en la miel- todo tipo de oportunismos, lobos disfrazados de ovejas con falsas promesas o quizás con promesas que cumplen a medias… Son aquellos que quieren llevarse los laureles sabemos que cuentan con las herramientas que les da el poder, que son sus punteros, recursos económicos y materiales a su disposición, minimizando el mérito al trabajo de un colectivo barrial que hace todo a pulmón, con una mirada por fuera del control de la burguesía y sin querer casarse con nadie. Estos personajes necesitan demostrar o justificar su sueldo y el “para qué están”; o lo que es peor, intentan transmitir que ellos son los únicos capaces de resolver los problemas del pueblo.
Pero estos agentes de la burguesía cometen un error fatal, que es el de subestimar al pueblo. Queriendo utilizar una de las herramientas creada por los propios vecinos que es LA ASAMBLEA para venir a implementar su política corrupta y electoralista, Y es así como los vecinos marcan territorio y no se dejan intimidar. Este es el caso del Barrio Villa del Carmen en González Catán.
Recientemente, llamaron a un grupo de vecinos que está al frente de los reclamos ofreciéndoles recursos a cambio de poner su bandera; con el planteo miserable de que “si nosotros conseguimos los recursos, tenemos que poner nuestra bandera, esto es un toma y daca”, les plantean.
La pregunta que nos cabe hacernos es: ¿Por que vienen al barrio ahora que los vecinos se están organizando y poniendo el barrio de pie? Si antes no aparecían ni con la orden de un juez…
¿A que le tienen miedo, que le ponen tanto énfasis en querer meterse?
¿No será que de esta manera autoconvocada y con acciones independientes sin depender de nadie vamos descubriendo que no necesitamos de nadie -más que la unidad, la organización y un objetivo en común- para poner de pie lo que antes estaba de cabeza y abandonado?
Ya la burguesía no tiene cómo imponer sus viejos modos de acción, chocan, se enfrentan y luchan en una puja constante con lo nuevo, con la institucionalidad revolucionaria que generada desde abajo, firme y atenta, no se deja pisotear.
Y se sabe que esto recién comienza. Ellos son astutos y cuentan con las herramientas para ofrecer el camino “más corto”, pero que trae con sigo una serie de engaños y promesas que sólo sirven para frenar y poner palos en la rueda a la construcción desde abajo.
Nosotros preferimos el camino “largo”, de mayor democracia a la hora de decidir nuestro futuro en un ámbito de diversidad, donde construyamos y busquemos la unidad, para plantar un ejemplo a las nuevas generaciones que ven crecer el barrio desde la lucha digna, sin oportunismos ni mezquindades. En este camino verdadero, el pueblo sabiamente sabrá decidir.
Nosotros, desde una mirada revolucionaria, queremos darle otra vuelta de rosca: este ejemplo nos muestra, como tantos otros, que no sólo ya no engañan a nadie, sino que a las herramientas genuinas del pueblo –como lo es el modo asambleario-, no las van a pisotear y se defienden con uñas y dientes.