La llamada crisis de los refugiados a Europa ha entrado en una nueva instancia. Un nuevo acuerdo entre los 28 países de la Comunidad Económica Europea y Turquía lo rubrica, corriendo el disimulado velo de humanismo que pretendieron ostentar.
Ahora se cotizan por la región de dónde provienen, se paga para que no ingresen a la Comunidad Económica Europea, se expulsa a los que ya están allí, para luego impedirles ingresar a Europa, a no ser que las conveniencias de mano de obra barata de la oligarquía financiera así lo requiera.
Este “pacto entre caballeros” implica el desembolso de 6.000 millones de euros por el mantenimiento en Turquía de los contingentes de hombres, mujeres y niños provenientes de Siria, Afganistán, Irak, Libia. etc., que huyen de las guerras y matanzas protagonizadas (entre otros) por los ejércitos de Europa y Turquía, y la selección del visado para el ingreso a Europa.
De ahora en más, Turquía acepta su rol de mercado de refugiados –que desde mediados de 2015 aun estaba indefinido- a cambio de dinero y algunas otras prebendas que concederá Europa. Ésta utilizará este mercado humano de varios millones de personas en función de las necesidades del mercado de trabajo europeo, con las implicancias que ya de por sí expresa, en cuanto a la presión sobre la masa salarial, las fuentes de trabajo, etc.
Es un marco regulatorio para atender las propias necesidades del capital y al mismo tiempo, desentenderse de las causas que han originado esta tremenda situación.
No es precisamente una solución, sino un nuevo escenario que contribuye a la crisis política y económica del sistema capitalista, lo que muestra a las claras su incapacidad, su inconsistencia y su degradación terminal.
Seria pecar de ingenuidad creer que los gobiernos europeos (tan sujetos a los intereses del capital monopolista y todos sus negocios a lo largo de su historia de guerras, saqueos, matanzas destrucciones, superxplotación, etc.) han «perdido su humanismo», nunca lo han tenido.
El capitalismo se basa en el sometimiento, la degradación y la destrucción del ser humano. Por ende, ni por asomo, a gobiernos sujetados a los monopolios pueden creérsele un atisbo de humanidad.
El llamado humanismo de la civilizada Europa, es una pantalla que intenta mostrar un sueño utópico: el capitalismo bueno. Mentira que han enarbolado por años, gobiernos de todo cuño en el mundo, para intentar retrasar los procesos revolucionarios.
Sin embargo, a pesar de ello, las luchas de los pueblos en su batallar por una vida digna ponen al desnudo la distancia humana, a pesar de los llamados prejuicios conque la ideología dominante sazona constantemente, y que de hecho existe respecto del reaccionario sistema capitalista. Esta es un arma contra la que el capital ya no puede.