VOLKSWAGEN Y UNA POSICIÓN DE CLASE

En esta nota no vamos a pararnos desde los supuestos problemas que hoy tiene Volkswagen para llevar adelante sus planes de producción; si realmente todo los que dicen es verdad o es mentira, porque sería ponernos en sus zapatos y no en los nuestros.

Es común ver en los medios masivos de comunicación el terror que quieren implementar cuando informan sobre suspensiones. Todas las noticias se la encaran según las versiones oficiales, tanto de la empresa como del sindicato SMATA.

La producción en el sistema capitalista es, en esencia, anárquica. No responde a la necesidad del ser humano sino que responde sólo a la necesidad del negocio. Por lo tanto, en ninguna de las noticias a la que se accede se plantean las cosas de fondo; no se puede esperar desde esas usinas un análisis desde el pie de la máquina, desde los botines de laburo de cualquiera que trabaje allí. Porque todos, de derecha a izquierda, de arriba a abajo, toman al obrero como una mercancía más, igual que lo hace Volkswagen o cualquier burgués.

Hace ya tres semanas que vienen queriendo implementar el terror con el chantaje de las suspensiones, tirando sobre la mesa propuestas que atacan directamente al bolsillo. Cerrar el turno noche, producir de esta manera en dos turnos, de lunes a jueves, y tener a un plantel de compañeros suspendidos al 50% del salario neto. A esto hay que sumarle que la producción se estima en 1320 unidades por esa semana de 4 días. Lanzaron la iniciativa, el 2 de marzo, con los tapones de punta y en forma sorpresiva. La reacción no se hizo esperar: sectores que han rechazado rotundamente la propuesta, descontento expresado en pintadas y debates calientes en toda la planta. Pero por sobre todas las cosas, una disposición a no dejar pasar esto bajo ningún punto de vista. Expresión que viene de muy adentro de cada uno de los 4500 obreros que ya, de una u otra manera, están cansados de vivir como se vive.

En lo puntual, el 2 de marzo arrancaron diciendo que el día 14 se acababa el tercer turno y empezaban las suspensiones al 50%; después que eso, sería el lunes 21 de marzo pero que el porcentaje estaba por verse. Hoy día, el 4 de abril arrancaría la producción en dos turnos y todo indicaría que el monto que cobraría el suspendido no estaría muy lejos de lo que cobraría viniendo a trabajar.

Cabe aclarar también que el año pasado se hicieron 84.923 unidades que estuvieron muy por encima del supuesto “plan de producción”, o que la camioneta Amarok sufre este año una modificación que seguramente necesitarán lanzar al mercado (motor, chasis e interior nuevos).

Insistimos: los cómo y los cuándo de la producción que resuelva la “crisis” de Volkswagen no son un problema de los trabajadores; que se rompan la cabeza entre ellos para intentar solucionarnos.

Nosotros de este lado de la mecha ya tenemos nuestros problemas como para hacernos cargo también de los suyos.

Los trabajadores debemos analizar y tener iniciativas desde nuestras necesidades y no de las de ellos, que se amparan siempre en la mentira y extorsión para justificar el saqueo a nuestros bolsillos para  llenarse los suyos en forma cada vez más aberrante.

Nada nos extraña al ver a los gerentes sindicales hablándonos de “cantidad y calidad”, de que esta es “nuestra fábrica y vamos a hacer todo lo que esté al alcance en nuestras manos para salvarla”. El descreimiento que se les tiene, la poca credibilidad de sus mensajeros, hace comprender muy fácilmente al conjunto de los trabajadores que cuando dicen que están en una mesa discutiendo con la empresa, lo que discuten es cómo hacen para implementar los planes de súper explotación y de baja  salarial. Como una parte más del directorio de la compañía, les rinden cuentas a sus pares y se comen la cabeza para hacer exactamente todo lo contrario que dicen representar.

Pero ya nada les es tan fácil. Además del sentimiento de no querer vivir más como se vive, está impregnada la necesidad de empezar a ser protagonistas de las decisiones que nos involucren, de empezar a tejer lazos que nos permitan expresar ese deseo de tener una vida digna. Impulsando un estado asambleario donde todos y cada uno sean y se sientan artífices de las decisiones tomadas; y que las mismas estén pensadas desde los intereses de la clase obrera y del ser humano como tal, y no desde las mezquindades de la producción en la sociedad capitalista.

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