Para esconder un elefante en la calle Florida se recomienda inundar de elefantes la misma calle y así se podrá encubrir al verdadero paquidermo…
En el tema de las cuentas en Panamá y otros “paraísos fiscales” la dinámica que utiliza la oligarquía financiera es la misma. “Te inundo de información, masifico lo que todo el mundo ya sabe, transparento lo que ya no se puede tapar y en ese enjuague licúo lo que ya considero perdido o que ya no puedo sostener”. Mientras tanto, encubro las joyas de la abuela. Trato de disimular al elefante con tantos otros.
Hay perdedores, y en esos movimientos, hay grandes ganadores que concentrarán más poder. Primero suceden los hechos, luego hay salpicaduras políticas en todos los continentes, costos altos que se irán pagando bajo el férreo sistema de chantaje y amenaza interburguesa.
La clase dominante, a pesar de todo se sostiene. Se pasea por el mundo con vestidos andrajosos, con harapos del siglo XXI, añorando las viejas vestimentas que lucían con el capitalismo de “sueño americano”.
Los pueblos ¡detectan! al elefante que quieren hacer pasar desapercibido por la calle Florida, no les es fácil esconderlo. Pero una vez detectado por las mayorías hay que hacer lo imposible por sacarlo de la escena.
Es en éstas circunstancias históricas y en rasgos muy generales, cómo se están plantando las clases frente a una realidad de vertiginosa movilidad.
Todo, absolutamente todo le juega en contra a la oligarquía financiera en el plano político. Es de un alto costo inundar de información para esconder la realidad. Con la información de las cuentas “offshore” intentaron transparentar el sistema capitalista y su” lucha” contra la corrupción. El tiro les salió por la culata.
Millones de almas asociaron en un solo instante a las instituciones de los Estados con las grandes empresas. Políticos, jueces, parlamentarios, militares, todos quedaron pegados a ellas, recibiendo coimas multimillonarias con el fin inmediato (entre tantas cosas) de evadir impuestos, de lavar dinero, protegiendo de esa manera los volúmenes de capitales dispuestos a ser invertidos en la parte del mundo que les den rápidos dividendos. La clase dominante en su conjunto ha sufrido un golpe brutal. La lucha de clases es implacable. Las contradicciones burguesas en este marco se agravan en forma constante.
El argumento de que es legal tener cuentas en el exterior con esas características, no hizo más que exacerbar los ánimos de quienes todos los días sufrimos en carne propia el agobio de impuestos, el encarecimiento de los precios, la baja del salario y la presión de vivir en un sistema recaudador dictatorial.
Los bonos por 16.500 millones de dólares se hicieron con la Constitución en la mano, fue hecha en la legalidad del sistema capitalista, es un aval del Estado. Sin embargo, el costo que deberemos pagar los trabajadores por el negocio usurario realizado será aterrador. Esa legalidad la pagaremos con sangre, sudor y lágrimas.
Las autoridades políticas del sistema capitalista llevaron al extremo el dicho popular: “haz lo que yo digo y no lo que yo hago”. Ustedes, pueblo, paguen el impuesto al trabajo, hagan patria. Yo me voy a Panamá.
De una u otra manera “legalizan” los chanchudos. Nos dicen: “es legal tener la cuenta off shore”. Y tienen razón, los Estados capitalistas están bien presentes para facilitar tamañas estafas a los pueblos del mundo, todo legal.
Detectado el elefante, detectado el papel de la oligarquía financiera, de lo que se trata es de sacarlos de la escena, quitarles su dominación de clase. Las riquezas generadas por las grandes mayorías existen, pero cada vez más, el sistema capitalista las concentra en menos manos.