Las medidas de ajuste implementadas por el gobierno nacional apuntan directamente al bolsillo de los trabajadores y pueblo en general, dado que las mismas sólo buscan sostener la tasa de ganancia del capital.
La excusa de la “herencia” intenta disfrazar la política de la burguesía como una política que nos va a beneficiar a todos, cuando es una política que exclusivamente tiene el cometido de reordenar la economía en función de la crisis que atraviesa el sistema capitalista en su conjunto a nivel mundial, con su correlato en nuestro país.
Con ese objetivo intentaron, sin éxito, disciplinar a la clase obrera con el chantaje de los despidos y las suspensiones, para preparar el terreno de las próximas inversiones que los monopolios ya tienen planeadas, buscando una mano de obra más barata sea por la vía de la rebaja salarial como por la vía del aumento de la productividad.
Además, el gobierno sigue la línea recta del “todo para los capitalistas, nada para los trabajadores”. Se anuncian “incentivos para el empleo” (iniciativas retocadas que apuntan a bajar los costos de las empresas) y raudamente se anuncia el veto presidencial al amague de votar una ley en el parlamento contra los despidos.
Mientras tanto, los monopolios siguen haciendo enormes negocios. La semana pasada la empresa Cammesa, que administra el mercado eléctrico mayorista y es controlada por el Ministerio de Energía, adjudicó la contratación de ocho barcos de gasoil; Shell Western, la unidad de negocios de la petrolera Royal Dutch Shell, se quedó con siete. El ministro de Energía Aranguren, al frente de la licitación, sigue siendo accionista de la petrolera.
Por esos decimos que es su crisis y que la paguen ellos.
La oligarquía financiera ha demostrado seguir el camino que sigue en todo el mundo; un ataque furibundo a la clase obrera y al pueblo que golpea directamente sobre le nivel de vida de la población en su conjunto. El deterioro de la economía popular es una condición indispensable para que la burguesía monopolista amortigüe la crisis capitalista.
Las reacciones del movimiento de masas ante estas intenciones tienen un denominador común; no retroceder y enfrentar abiertamente las políticas del gobierno de los monopolios. Cientos de experiencias de movilización se vienen registrando en todo el país; la masividad y la actitud ofensiva del movimiento de masas configuran una característica fundamental a la hora de sostener y lograr las conquistas.
Las conquistas salariales de bancarios y aceiteros redoblaron el ímpetu movilizador. Ayer nomás, trabajadores de Astilleros Río Santiago protagonizaron una masiva movilización para discutir salarios y condiciones laborales; los docentes universitarios están en pie de lucha movilizándose y realizando clases públicas, los trabajadores de la justicia bonaerense profundizan su plan de lucha, que incluye tomas de sedes judiciales, por un aumento del 33% mientras el gobierno provincial ofrece 16%, y en cuotas; y así se suman los conflictos a lo largo y ancho del territorio.
Toda esta situación se verá condensada en la movilización del viernes 29. La misma es una gran oportunidad para que el movimiento de masas en general, y la clase obrera en particular, muestren con contundencia la voluntad de no retroceder.
Es una gran oportunidad para que converjan los reclamos obreros junto a los reclamos de todo el pueblo. Es una gran oportunidad para que las organizaciones independientes de los trabajadores unifiquen sus acciones y se encuentren en la movilización callejera, como otro paso para ampliar y fortalecer la unidad de la clase y de ésta con el pueblo.
Es así que movilizarnos el viernes 29 de abril significa un paso importantísimo para seguir templando las fuerzas obreras y populares. Reiteramos entonces lo que decíamos en el cierre de nuestra nota de ayer martes, 26 de abril: Movilizar todas las fuerzas con un carácter independiente de las estructuras, empujar la movilización con consignas claras que unifiquen en un solo puño el carácter ofensivo del reclamo salarial y contra el ajuste a todo el pueblo y, en la misma contienda, exigir que la crisis la paguen quienes la generaron: ¡los monopolios!