El circo mediático que aparece armado para darle aire de gran decisión política a los anuncios del blanqueo de capitales y el pago en efectivo de la mitad de la deuda que el Estado capitalista les debe a los jubilados, en cómodas cuotas y la otra mitad con papelitos de bolsa, especulativos, volátiles y mentirosos como la burguesía misma, aunque la titulen de la tercer gran medida tomada por el gobierno después del cepo y el pago a los «buitres», ni genera expectativa, y pasó sin pena ni gloria.
Dichas deudas, que difícilmente durante el transcurrir de los años que les quedan por vivir pueda llegar a ser abonadas por el Estado a los jubilados en su totalidad, dadas estas condiciones de pago, son parte de la ruin política de los sucesivos gobiernos de los monopolios respecto de los jubilados. Magros 4900 pesos de jubilación, esa es la realidad.
Después de estos anuncios, que a todas luces no aparecen más que como la conducta de un usurero especulador fiel expresión del capital financiero, con gran sorna y aires de suficiencia Macri dispara, «Estoy muy contento por cómo marchan las cosas. Sé que han sido semanas, meses muy difíciles para muchos argentinos, el sincerar la economía ha sido muy duro, pero nos dejaron una bomba a punto de estallar que la venimos tratando de desarmar, con el mayor cuidado posible». La hipocresía de estas palabras se hace más infame cuando se habla del ajuste, los tarifazos y la inflación, que él llama sincerar la economía, a los que se refiere en tiempo pasado.
Enceguecido por la soñada llegada de millones de dólares por el blanqueo de capitales, gasta optimismo a futuro, aunque de ello no hay garantía alguna. Intentando mostrar solvencia política muy poco eficaz -sino pregúntenle a Cristina- su apuesta es tan quimérica como las promesas en el aire que viene repitiendo a medida que la situación de bronca no para de crecer.
Pero si fuera así, y la llegada de esos capitales asoman en el horizonte macrista, tampoco significa el fin de la inflación, ni el comienzo de la estabilidad económica o el fin de la chatura salarial, ni siquiera el fin de los tarifazos como subrepticiamente no quiere hacer creer. Más aún, si en el seno del propio poder del Estado, diversas expresiones del capital monopolista hablan del atraso cambiario y pujan por devaluar nuevamente la moneda, que se traduce invariablemente en inflación y descenso del salario y sin duda en mas tarifazos.
La salida urgente de Prat Gay a España, para conversar sobre las inversiones de negocios en nuestro suelo, da una señal del optimismo (disimulado) que denota el gobierno. Un país diezmado por el capital financiero, que a través de todos sus mecanismos políticos y económicos hizo crecer su descomunal deuda pública, superando el 100% de su producto bruto interno, es un buen comienzo para atraer inversiones ¿no es así? Más todavía con la situación de desgobierno existente y la crisis política imperante que la domina.
Pero también Prat Gay dijo lo suyo en el segundo acto del circo montado ayer viernes, se atrevió a declarar que «Todas las medidas que estamos tomando, tienen su tiempo de maduración, entiendo la ansiedad, la veo en la cara de ustedes, no tanto en las caras de la gente, estas medidas las vamos tomando porque creemos que es el camino correcto.” Hablar tan suelto de cuerpo de la cara de la gente es una nueva versión del populismo?
Por lo que parece la ansiedad carcome al propio gobierno, que a fuerza de intentonas mediáticas, manotazos políticos, aventuras económicas, tal como es la característica de la oligarquía en estos tiempos, intenta sin más remedios prolongar sus grandes negocios pero que en el marco de la condena social, que se han ganado por la brutalidad de sus políticas y del creciente estado de movilización y lucha que los enfrenta, se ven obligados a retroceder y a improvisar casi tan brutalmente como los ajustes que aplican.