Las recientes declaraciones del “economista” Javier González Fraga afirmando que “le hicieron creer a un empleado medio que podía comprar celulares e irse al exterior” afirmando que se alentó el consumo, no solo son ranciamente reaccionarias sino que en realidad expresan la tremenda e insalvable contradicción que tiene el capitalismo con una agudeza cada vez mayor, y que en esencia es la profundización de su propia crisis. A saber: el capitalismo necesita irremediablemente que lo que se produce se consuma para poder realizar el capital, y al mismo tiempo necesita achatar cada vez más el salario para aumentar la ganancia; pero si se baja el salario se disminuye el consumo.
De ahí que este neófito niño rico con tristeza afirma sin ningún tapujo, tras cartón que para poder generar consumo “debemos basarnos en más productividad para la exportación”. Es decir, toda esta pinturita en realidad sintetiza los verdaderos propósitos de las actuales políticas que representan a la oligarquía financiera, y que apuntan esencialmente a la obtención de mayores ganancias a costa de una disminución abrupta de los ingresos de trabajadores y el pueblo y la esquilmación de los recursos que quedan en las arcas del Estado y de los que están a mano como los del Anses.
Las medidas de las tasas tan altas de los LEBAC, a un 38% de interés, donde los bancos en 5 meses ya hicieron fabulosos negocios, da por tierra con todo ese jueguito de palabras mentirosas como la de la herencia que no es más que una justificación que esconde que el ajuste es precisamente para obtener más ganancias y no para cubrir un país quebrado, como pretenden hacer creer. La oligarquía financiera manda en sus políticas antes como hoy: ayer planchando salarios y disponiendo de los recursos importantes que había en el tesoro del Estado; hoy ante la escasez de estos últimos, metiendo a fondo el cuchillo en los ingresos de los trabajadores y el pueblo y aumentando en forma gigante y con aceleración inusitada la deuda externa .
La demostración más clara de este sujeto es un CV que habla por sí solo y lo pinta de cuerpo entero: fue Presidente del Banco Central en el período del gobierno de Alfonsín en 1989; un verdadero alfil del famoso golpe de mercado financiero que llevó al país a una catastrófica hiperinflación que tantos padecimientos le trajo a la vida de nuestro pueblo. Después que hizo el desastre, este mercenario, con el menemismo volvió a asumir como Presidente del Banco Central para repetir la receta, y con otra nueva hiperinflación le dejó la cancha abierta a Menem para la convertibilidad cuyo resultado todos lo padecimos.
En síntesis, lo que sería un torturador, digamos, de guante blanco. Obviamente inmiscuido en otras pequeñeces como el haber sido procesado por lavado de dinero del narcotráfico (donde la justicia obviamente si hizo la distraída), lo cual es coherente con su velo de santidad en defensa de las cuentas off shore, y para defenderlo a Macri afirmó: “Tener dinero afuera es casi una necesidad para sobrevivir”.
Es decir, en manos de estos tipos (maestro de Prat Gay entre otras cosas), que expresan y representan a la oligarquía financiera, están las decisiones de todos los padecimientos y males que tiene que sufrir nuestro pueblo con cada medida que toman: ajustes, despidos, inflación, hambre y miseria.