La provincia de Córdoba (al igual que otras provincias) producto de la voraz concentración económica por parte de la oligarquía financiera que empuja a reducir cada vez más los salarios, está atravesada por un sinfín de conflictos.
Algunos de ellos (por su importancia) llegan a nacionalizarse. Como es el caso de los choferes de la empresa Autobuses Santa Fe. Córdoba es una de las provincias con las más altas tarifas en los servicios y en la que por lo menos el 70% de los trabajadores viven con salarios que van de los $ 8.000 a los $ 9.000 por mes.
Esto constituye un profundo agravamiento en las condiciones de vida de las masas, que empujan día a día a romper con el estado actual de las cosas. Cuestiones tales como la aparición con fuerza de la clase obrera organizada y la constante amenaza de posibles saqueos desvelan a la burguesía y sus Estados, que toman nota de que la provincia y en particular la capital cordobesa se han transformado en una olla a presión. Con manotazos de ahogado están tratando de frenar el avance de las nuevas dirigencias del movimiento de masas que van surgiendo del fragor de la lucha. Lo que buscan es evitar que explote.
Es así que Ramón Mestre (intendente de la ciudad) manifiesta en un comunicado lo siguiente: “Nos estamos moviendo en varios frentes para evitar futuros conflictos en el transporte urbano, debido a las pretensiones empresarias de subir las tarifas y para afrontar los próximos compromisos salariales, ya que el 20 se vence la segunda cuota de ($1.500) de la paritaria de los choferes y a fin de mes el sueldo de junio y el medio aguinaldo, gestionando subsidios por doble vía, para evitar conflictos”…
Con estas medidas el Estado municipal intenta aparecer en primera plana como “opositor” al pedido de las tres empresas de trasportes, las mismas a las que ya les ha otorgado subsidios millonarios, y autorizado a subir el precio del boleto. Por detrás, lo que pretende es desmantelar la organización de los choferes, con pedidos de desafueros para los delegados y otras medidas que apuntan a dividir a estas nuevas dirigencias del movimiento obrero de sus bases, que empiezan a cuestionar fuertemente a la burocracia de la UTA.
Como venimos diciendo, estas medidas que se ven obligados a tomar por el actual desarrollo de la lucha de clases llegan tarde. Estos trabajadores que se ponen al frente, que en muchos de los casos han ganado las comisiones internas, como la de los choferes de Autobuses Santa Fe, lejos de amedrentarse, se disponen a profundizar la organización, llevando a un callejón sin salida a la vetusta burocracia del gremio, plagada de corrupción y lumpenaje.
De este manera, en el afán de salvaguardar su triple alianza, los monopolios reconocen que un nuevo piso político en la lucha de clase se ha alcanzado, producto de la acumulación de infinitas iniciativas de enfrentamientos y de formas de organización por parte de los trabajadores.
Podríamos decir que se vislumbra un salto en calidad en la contienda política de las clases antagónicas y que este piso alcanzado es la base material para la construcción de un proyecto político de la clase obrera junto a las organizaciones revolucionarias para todo el pueblo. Un proyecto que permita entrar de lleno en la disputa ideológica contra la burguesía, en cuanto a la necesidad de una salida revolucionaria.