En su afán por intentar confundir y desviar la atención, el gobierno sigue en su cruzada «justiciera» destapando ollas con olor a podrido que dejaron sus antesesores kirchneristas. Inmediatamente de conocido y profusamente divulgado el caso de los bolsos voladores del ex secretario de obras públicas, aparece la detención de Pérez Corradi, el «hombre más buscado» desde hace más de cuatro años imputado del asesinato de tres personas y del tráfico de efedrina.
Ahora salen a relucir maniobras de encubrimiento y facilitación de fuga del mencionado, en las que estarían involucrados altísimos funcionarios del Estado.
Como ocurrió en casos anteriores en donde la pestilencia de los delitos llega a todos los rincones institucionales, la táctica defensiva del gobierno deja en evidencia el entramado entre monopolios y Estado en dramas tan explícitos que no dejan casi nada abierto a la imaginación. Toda la basura que muestran a la sociedad señalando con el dedo a los «culpables» que tienen otra camiseta diferente a la que hoy lleva el llamado gobierno de los CEO’s, es la misma que reproducen a diario y que seguirán generando a fin de intentar perpetuar el sistema capitalista y sus niveles de ganancia. Por eso escupen para arriba, ya que los argumentos que hoy utilizan contra el gobierno anterior, serán los que utilizarán los subsiguientes contra el actual.
Por su parte la clase obrera y sectores populares profundizan y generalizan sus luchas contra las medidas de saqueo a los bolsillos asalariados y a las pequeñas y medianas empresas que funcionan exclusivamente con los ingresos de los trabajadores y pueblo laborioso, tal como lo hemos destacado en nuestras notas de los últimos días publicadas en esta misma página. Esta presión no los deja pensar y se ven obligados a sacar la pelota pateando de puntín a cualquier parte.
Es que la crisis política del gobierno es la crisis de toda la burguesía monopolista que se muestra incapaz de poder resolver, sin ensuciar a sectores de sus propia clase, la implementación de los ajustes salvajes que aplica para bajar la masa salarial y el llamado gasto social, a fin de bajar el costo país y volver competitivos los bienes y servicios que se producen en el país para comerciar en el mercado mundial con el margen de ganancias que pretenden.
Es que la centralización política que requiere el alto nivel de concentración y centralización de capitales alcanzado en esta fase imperialista mundial que se manifiesta en el país, sólo puede ser alcanzada por la burguesía monopolista mediante el sometimiento por parte del núcleo más poderoso circunstancialmente, de los mayores capitales, no sólo contra el pueblo si no contra su propia clase.
No hay consenso posible entre monopolios. La peregrina idea de llenar de Jefes Ejecutivos (CEO’s según su sigla en inglés) de grandes grupos financieros el gabinete de gobierno para lograr una unidad política de acción respecto de las medidas antipopulares que se debían y deben tomar, ha fracasado en todas sus líneas enfrentando y profundizando las diferencias entre los distintos capitales que disputan los negocios multimillonarios de la obra pública, concesiones, emisión de bonos, subsidios, préstamos dulces y otras fuentes de negocios monopolistas.
El todos contra todos impone la regla del más fuerte en la contienda. No hay «solidaridad» ni proyecto común de país, sólo negocios urgentes y competencia feroz por ganar los mismos. La dosificación y aplicación de las posibles soluciones que avizoran los «genios» de las finanzas, son motivo de discusión, discordia y enfrentamientos ya que una medida afecta a un capital y beneficia al oponente, mientras que la otra medida que se propone lo hace a la inversa. El timón del barco pasa de mano en mano en pocos segundos y nadie disciplina a nadie.
Es que la tempestad ocasionada por más de 3.000.000 de almas (según reconocieron) movilizadas en el mes de mayo, son el augurio de una mayor cantidad accionando a lo largo y ancho del territorio nacional. No sólo debe analizarse la cantidad de voluntades dispuestas a enfrentar la política antipopular de la burguesía y su gobierno, los desvela más aún el componente de clase en donde el proletariado asoma con una presencia más determinante y combativa poniéndose al frente de la confrontación clasista en la que comienzan a tallar las ideas revolucionarias.