Las medidas políticas, sociales y económicas que adopta el gobierno de los monopolios van en clara sintonía con el carácter del sistema que los cobija: el capitalismo.
La avalancha de medidas en contra del pueblo atacan algo más que al bolsillo. La suba de tarifas, los despidos, las suspensiones, las condiciones de trabajo empeoran lo fundamental de una sociedad que es la dignidad del Hombre.
Los ministros, bestias, embrutecidos, tienen impunidad.
Aranguren no solo juega por sus negocios desde su cartera, además su conducta se refleja cuando a viva voz dice: “estamos probando sobre la marcha y nos equivocamos”, cosa que planteó en un tono irónico y desafiante, a sabiendas que esas medidas dejan en el camino de la vida a millones de personas. Podríamos nombrar a Melconian, Malcorra, Bulrrich, sin dejar pasar por alto al capitán del barco, el presidente Macri.
Fraga, del riñón gubernamental, dice lo que los demás no pueden decir, haciendo directa referencia a que el trabajador se “creyó” que podía tener celular y viajar. Es su esencia fascista.
El pueblo está rompiendo ciertas cadenas que lo tienen aprisionado. No sólo sale a las calles a reclamar un salario justo. La diversidad de reclamos es tan amplia que trasciende lo que este sistema capitalista puede tolerar.
Para los revolucionarios, para los que sostenemos que el eje central del enfrentamiento con la oligarquía financiera es la lucha por el poder y la instalación de un sistema socialista, el problema del Hombre pasa a primer plano. El Estado revolucionario se construirá sobre las cenizas del viejo Estado.
El capitalismo y todas las formas con que se maquille, sea nacionalismo, populismo, neo liberalismo etc., no son más que viejas máscaras para el engaño y se presentan ajadas, putrefactas frente a la humanidad.
Cuando hablamos de la impunidad de los ministros, es a modo de particularizar lo que en realidad son todas las instituciones del Estado. Desde allí se intenta aprisionar al Hombre con leyes y decretos, con más parlamentarismo burgués, con más democracia burguesa, con más elecciones y con más opresión y represión.
En este abanico de problemas, el gobierno y la oligarquía financiera a la que pertenece, hacen lo que pueden y en los negocios no les va tan mal.
Pero lo que no soporta tal presión es el Estado, el mismo se resquebraja, la unidad política para dominar está pasando por una crisis de vieja data y es el reflejo inmediato de la lucha de clases.
Nuestra sociedad aspira a cambios, pero aún el problema de la lucha por el poder y de la revolución se encuentra en estado embrionario. Es un espacio muy grande que está en juego, que la historia tira para adelante pero aún el peso de la ideología burguesa dominante impera no sin problemas en nuestra sociedad.
El objetivo central de la revolución socialista en la liberación del Hombre, en donde el mismo pueda ser arte y parte de la construcción de su futuro social e individual, una sociedad que comience un período en donde el Hombre pueda ser él mismo.
No es ya suficiente golpear al enemigo en su propia cueva, no es suficiente acosarlo y no dejarlo dominar como nos quisieran dominar; es un momento de inflexión en donde las fuerzas que se mantienen movilizadas, que luchan y enfrentan en lo cotidiano se encarrilen hacia la revolución y vayan por la dignidad del Hombre.
Mario Roberto Santucho, Secretario General histórico de nuestro Partido, utilizó la frase dialéctica por excelencia de “clavar estacas” haciendo alusión a un proceso necesario de acumulación de fuerzas para cambiar la correlación de las mismas. Recogemos esa frase y entendemos que hoy son momentos en donde el “clavar estacas” apunta a la acumulación de fuerzas políticas revolucionarias, a la materialización de lo mucho que nuestro pueblo está haciendo y que supera en creces el economicismo que nos propone la burguesía en todos los planos.
Las avanzadas de la sociedad, las genuinas, las que quieren romper con la mentira y el engaño, las que están asqueadas de instituciones corruptas del Estado, tienen que avanzar por el camino de la revolución, avanzar en lo que se está haciendo y a la vez levantar la mirada para nunca perder el objetivo de la lucha por el poder.