Paros, huelgas, movilizaciones. Sector público y privado. Reivindicaciones de todo tipo, económicas y políticas. La impunidad del poder se les vuelve en contra. Para avanzar con sus planes tienen la obligación de ensanchar sus espaldas políticas, pero por el andarivel que transitan ahondan sus crisis y la dominación resulta un camino de espinas.
En el campo del pueblo las mechas están encendidas por todos lados y es tarea de los revolucionarios encenderlas. Crearles campos minados y no dejarlos gobernar: en ello debe ir toda la energía.
En este derrotero, que promete ir incrementándose, hay que elevar la calidad de la lucha. Bajo consignas nacionales como: ¡Aumento salarial ya! ¡Derrotar el tarifazo! ¡Fuera Aranguren!, es necesario profundizar en tres tareas fundamentales
a. Organización
b. Unidad de todo el pueblo
c. Ejercicio del poder popular a través de un estado permanente asambleario
a) Organización:
En momentos de gran agitación como se están viviendo, hay que levantar la mirada y bajo las consignas políticas nacionales y locales ir robusteciendo todas las organizaciones de base ya creadas. La movilización tiene que estar acompañada de la organización, y la misma tiene que ser lo más amplia posible, ya que las consignas en sí mismas son muy amplias. Estas organizaciones son las que conquistan y los revolucionarios tenemos que machacar con ello. En ese camino de pensamiento, a la lucha y la movilización hay que adosarles permanentemente organización, y que las mismas sean lo más estables posibles. La lucha se sostendrá en el tiempo si en ella la organización cobra cuerpo, si en ella van apareciendo los nuevos cimientos de esa elevación del enfrentamiento. En cada fábrica, barrio, escuela, en cada lugar en donde haya pueblo explotado y oprimido, hay que desplegar las más variadas organizaciones que apunten a derrotar a cada paso todo intento de avance del proyecto burgués propuesto por este gobierno. Los diferentes planos de organización política deberán estar asentados en la propia experiencia que las masas vienen haciendo.
b) Unidad de todo el pueblo
En estas circunstancias de lucha y movilización, desde las organizaciones que hay que robustecer, la unidad de todo el pueblo se hace imprescindible. Decíamos que la organización en todos los planos es fundamental, le agregamos en cada fábrica, barrio, escuela, etc… pero simultáneamente están dándose todas las condiciones para que desde esas referencias bien locales, expuestas a la lucha, al enfrentamiento y a la organización, simultáneamente, se desplieguen fuerzas acumuladas para ampliar la unidad por fuera de cada lucha local.
¿Qué son las fuerzas acumuladas? En cada centro de trabajo, barrio o estudio, y sobre la base de una mínima organización, inmediatamente con ese poder que le da el haber luchado, o estar luchando, ir a encontrarse con sus pares cercanos que están en ese camino o por tomarlo, explicar la situación y desde allí, romper todo tipo de aislamiento sin sectarismos.
Es una unidad desde la clase obrera y el pueblo que se viene amasando, pero aún con movimientos que se encuentran un paso atrás de la necesidad actual. La lucha y organización particular tendrán más peso si las mismas se masifican desde un plan de unidad que vaya de lo pequeño a lo grande y de lo simple a lo complejo. Múltiples organizaciones populares tienen sus consignas y aspiraciones. La mayoría de ellas son genuinas y de hecho tienen un gran peso, pero tienen que encontrarse en la barricada y en el ejercicio de unidad con múltiples organizaciones que va gestando la lucha.
En el ejercicio de esos encuentros hay que encontrar las consignas que unifiquen el accionar. Insistimos: la lucha contra el tarifazo, entre otras cosas, multiplica la fuerza, desde allí la movilización y la masificación, ganar la calle con más organización.
c) Ejercicio del poder popular a través de un estado permanente asambleario.
No hay que perder de vista que los componentes anteriores tienen como objetivo central: fortalecer los caminos hacia la revolución y la toma del poder. La lucha, la movilización y la organización deben encaminarse por el carril de metodologías revolucionarias que pongan en ejercicio inmediato la democracia directa y que la asamblea tenga un contenido de poder popular, contra todo tipo de asamblea de carácter burgués que manipula, reprime, hostiga y de hecho inmoviliza al pueblo, mecanismos impunes que reciben el rechazo de las mayorías.
El ejercicio de la democracia directa es aplicable desde lo más chiquito a lo más grande. Es una metodología que al aplicarla necesariamente se cuestiona la democracia representativa burguesa, a la vez que da base y sustento a la lucha por el poder. Alimenta la necesidad de una salida a la crisis estructural del capitalismo y le da cuerpo y alma a las variantes organizativas que se vayan desplegando.
Entendemos que estas tres tareas urgentes del momento vienen asomando desde hace un tiempo. El movimiento de masas va encontrando los caminos para enfrentar las políticas de este gobierno. Pero es tarea de los revolucionarios encarrilar éstas situaciones por el camino de la acumulación de fuerzas hacia la lucha por el poder. Es en ese sentido que avanzando en estas tres precisiones podremos elevar un peldaño la lucha revolucionaria.