En un artículo del periódico Financial Times del día 22/7/2016, el señor Martin Wolf destaca -aunque no es su intención- la indefección del sistema capitalista y las encrucijadas que la oligarquía financiera tiene frente a las perspectivas futuras, si es que no quiere perecer. En referencia a la situación de vida de la clase obrera en el mundo señala: “El estancamiento de los ingresos reales durante un período más largo que ningún otro desde la Segunda Guerra Mundial es un hecho político fundamental”.
“Estas experiencias han destruido la confianza popular en la competencia y en la probidad de las élites empresariales, administrativas y políticas. Sin embargo, otros cambios también han sido adversos. Entre éstos se encuentran el envejecimiento (de particular importancia en Italia) y la disminución de las porciones de salarios del ingreso nacional (de particular importancia en EE.UU, el Reino Unido y los Países Bajos)».
El articulo advierte respecto a todas las situaciones contradictorias que han promovido las catástrofes políticas y económicas de la oligarquía financiera, llamando la atención sobre el hecho de que todos sus intentos (en referencia a las salidas populistas o de corte progresista o de corte fascista como los Trump en EE.UU o Las Marie Le Pen en Francia), expresan que “Los remedios que se ofrecen son falsos. Pero las enfermedades son reales. Si las élites gobernantes continúan fracasando en su intento de ofrecer curas, pronto podrían ser eliminadas y, con ellas, el esfuerzo de unir la autogobernanza democrática con un orden mundial abierto y cooperativo”. Sentenciando que “la ausencia de prosperidad fomenta la furia”.
Como no podría ser de otra manera, este férreo defensor del sistema capitalista asocia la democracia con el capitalismo y recurre a los trillados argumentos del equilibrio y la estabilidad como salida a la crisis.
Advierte que “El estancamiento prolongado, los conflictos culturales y los fracasos de las políticas se han combinado para desestabilizar el equilibrio entre la legitimidad democrática y el orden mundial”.
Vaya si la oligarquía no está en una encrucijada casi definitoria desde el punto de vista histórico, y vaya si el capitalismo como orden social no está a las puestas de su bancarrota histórica.
Si el orden mundial está en desequilibrio, producto de navegar en un tormentoso océano de contradicciones insalvables, cuya inestabilidad es producto también de la furia de los pueblos, por las condiciones de vida, el estancamiento social, y las perversiones mas atroces del sistema capitalista, promover que la solución a esto es un capitalismo equilibrado nos da una idea de la perdida de horizontes que detentan quienes buscan defenderlo a toda costa.
Nos da una noción de que el sistema capitalista, el orden mundial, la legitimidad de los representantes etc. y todo el conjunto de charlatanes que dedican chorros de tinta a defender lo indefendible, están tan desequilibrados como el sistema mismo.
Hablar de equilibrio pretendiendo volver atrás la historia no es una falacia, más bien es una fantasía de ciencia ficción. Pero hablar de equilibrio en el mismo corazón de un sistema social que ha hecho de los desequilibrios sociales, políticos, económicos, culturales su política oficial, en un mundo en el que millones de niños mueren de hambre y millones de trabajadores viven con condiciones de vida miserables enriqueciendo a la oligarquía financiera, con pueblos enteros masacrados por sus guerras imperialistas, es hacer honor a una falta de perspectivas inusitada y habla a las claras del cuadro de situación en la que esta la clase dominante y sus acólitos en el estado burgués.
La legitimidad de la democracia burguesa está sumamente debilitada y es expresión cabal de que la prolongación de sus recetas políticas tienen muy corto vuelo. De que al capitalismo le está llegando su hora y que su impotencia no es producto de su incompetencia, sino de la avanzada de los pueblos cada día mas decididos a quebrar para siempre estas condiciones imperantes y junto con ellas, la clase dominante que las ha sustentado.