Toda la tarde de ayer y hasta la madrugada, se montó en el congreso Nacional la pantomima de la que es tan afecto el parlamentarismo burgués. Los “representantes” del pueblo “interpelan” a un ministro por la suba de tarifas; chicanas, acusaciones cruzadas, puestas en escena con ensayo previo (¿qué fue si no la apertura de Aranguren mencionando a Perón?); en un palabra, horas y horas de palabrerío para no sacar nada claro. La cuestión de las tarifas sigue dependiendo de lo que resuelvala CorteSupremade Justicia. Así y todo, para algunos analistas que no se ponen colorados por nada, fue una “fiesta de la democracia”.
Mientras la fiesta tenía lugar en el Congreso, un grupo de jubilados cortó el Puente Pueyrredón en protesta por el miserable aumento del 14,16% para las jubilaciones desde setiembre, lo que lleva la jubilación mínima a $ 5.661. Recordar que son 6.500.000 de jubilados que cobran entre la mínima y los $ 7.500. Allí no hubo fiesta; las fuerzas represivas desalojaron el puente con carros hidrantes.
Como el gobierno macrista se empeña en recurrir a la herencia recibida, vamos a ver cómo hay herencias de “primera” y de “segunda”.
Para el tratamiento de la herencia recibida referida a la deuda en default, al cepo cambiario, a las retenciones a la minería y a la agricultura, a las tarifas energéticas, al gobierno nacional no le tembló el pulso para cerrar con los acreedores y pagarles en constante y sonante; produjo una devaluación que disparó la inflación a niveles en los que se afectó gravemente el consumo popular; levantó sin más las retenciones sin importar el costo fiscal de las medidas; intentó llevar las tarifas a precios internacionales con la excusa de que si no lo hacía corría peligro el plan económico.
La cuestión de los jubilados, herencia de las más injustas que se vienen pasando de gobierno a gobierno, en lo que significa la mayor afrenta que se pueda realizar contra nuestro adultos mayores, el gobierno actual, al igual que los anteriores, sigue manteniendo jubilaciones de miseria que no alcanzan ni a la mitad de la canasta básica, máxime cuando los ingresos jubilatorios se consumen en un gran porcentaje en la compra de medicamentos. Allí no hay urgencias; solamente hay politiquería barata, como toda la política que hace la burguesía enla Argentina.
Porque la mal llamada reparación histórica a los jubilados argentinos esconde el cinismo propio de la clase dominante, que no tiene empacho de utilizar a nuestros mayores para presentar un escandaloso blanqueo de capitales que beneficia a los grandes evasores mientras que a los “reparados” se les ofrece:
Los que cuentan con sentencia firme cobrarán el 50% en efectivo y el resto en cuotas cuatrimestrales; a los que iniciaron juicio pero aun no tienen sentencia, se les pagará un retroactivo en 48 meses!!!; los jubilados que no iniciaron juicio pero les corresponda actualización, recibirán una “oferta” de la Anses y, de corresponder retroactivo, se les reconocerá solamente hasta cuatro años hacia atrás. Dicha “oferta” la deberán aceptar o rechazar, lo que pone a los jubilados en una disyuntiva de tomar lo que tienen a mano (aunque no sea lo que les corresponde legítimamente) o seguir adelante con reclamos que nadie puede saber cómo prosperarán, si prosperan; los que tienen una jubilación por moratoria no entran en el plan anunciado por el Gobierno, por lo que seguirán cobrando la mínima en forma permanente; las actualizaciones no serán automáticas y por lo tanto los jubilados se verán obligados a realizar trámites en la Anses para acceder al beneficio.
Como vemos, la única herencia que la burguesía monopolista quiere resolver es cómo reorienta las erogaciones del Estado para seguir succionando más y más recursos para continuar centralizando y concentrando los capitales en su exclusivo beneficio. Este es el fondo de toda la discusión sobre la “pesada” herencia. Todo lo demás, son juegos de artificio que intentan ocultar el problema de fondo.