En la reciente nota publicada en nuestra página en el día de ayer, hacíamos referencia a que hay herencias y herencias… (https://prtarg.com.ar/2016/08/17/hay-herencias-y-herencias/), hablando de una nueva estafa del gobierno de los monopolios a los jubilados.
Deteniéndose apenas en la situación que atraviesan los comedores escolares de las escuelas públicas de nuestro país, podemos rápidamente constatar (por si hiciera alguna falta) cuáles son las prioridades de los gobernantes.
En un país como el nuestro, en donde producimos alimentos para más de 350 millones de personas, la situación alimenticia de miles y miles de alumnos sigue siendo calamitosa.
En el año 2014 se conoció un informe donde esta situación quedaba al descubierto en distintos puntos del país. El promedio con el que se daba de comer por alumno por día era de 6 pesos. Sin embargo, había provincias como Misiones y Entre Ríos en las que sólo se destinaban $3,50 por día para comer. Cabe agregar que el 40% de los alumnos de la Argentina se concentra en la provincia de Buenos Aires: son más de dos millones de pibes y la provincia destinaba $6,30 por chico por día.
En muchos casos, esa comida que reciben en la escuela es la única del día. Los recursos son insuficientes y la alimentación es desbalanceada. En muchos casos, o se desayuna o se merienda porque lo que se envía no alcanza para todos. Está claro (por más doloroso que sea) que una alimentación saludable es clave para la vida adulta. El calcio que se consume en edad escolar es el que va a servir a lo largo de toda la vida. Lo que no se consolida en la niñez, se paga en la vida adulta. Hay estudios médicos que señalan que producto de una mala alimentación, el 40% de los chicos en edad escolar tienen sobrepeso u obesidad.
Por más alharaca que haga el gobierno actual, diciendo que «duplicó lo que se destinaba a los comedores de las escuelas», la situación de fondo no ha cambiado ni se ha resuelto.
En los comedores escolares en las escuelas públicas de Buenos Aires, docentes y auxiliares denuncian que por cada chico que asisteal comedor se reciben apenas 12,50 pesos. Y en muchos casos, los cupos son menores a la matrícula (durante este año, Vidal recortó cupos entre el 20 y el 30%, lo que también fue denunciado en otras provincias).
Esto hace que quienes trabajan en el comedor, o reducen las porciones o tienen que decidir quién come y quién no. Aclaremos -por si hiciera falta- que el menú sigue siendo a base de guisos y con mercaderías de baja calidad.
«Los hijos de los que nos gobiernan no van a la escuela pública», decía con toda sensatez una trabajadora bonaerense, poniendo blanco sobre negro una realidad que deja al desnudo la inhumanidad de este sistema, con algo tan delicado como es la comida de los pibes.
En un reciente informe del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (Isepci), se advierte sobre la insuficiencia de los $12,60 diarios que el gobierno bonaerense destina a la alimentación de 1,5 millones de chicos. Y que para paliar esta situación, se requeriría incrementar el presupuesto anual de la provincia en poco más del 1%.
«Hay chicos con hambre”, denuncian directores y maestros, quienes hasta han sufrido aprietes de parte de autoridades del Ministerio de Desarrollo Social bonaerense. Pero los esfuerzos intimidatorios no alcanzan para ocultar una realidad que se ratifica a diario.
Los $ 63 semanales que el gobierno destina para abastecer de alimentos a los comedores va en detrimento de la “composición nutricional del menú que se les da a los niños y niñas”. El estudio detalla que “los almuerzos van desde guisos de arroz o fideos con alitas de pollo, matizados con algún día de milanesa de pollo o polenta, en porciones pequeñas, acompañadas de una rodaja de pan”, con el agravante de que, en ocasiones, hay colegios a los que se les torna imposible cumplir con el menú.
¿Cuánto le «costaría» a la Provincia de Buenos Aires, por ejemplo, comenzar a resolver este flagelo? Con una inflación que, según el Indec, en mayo fue del 4,2% y que, según estudios privados, supera el 43% interanual, el Estudio calcula que para pagar cinco comidas semanales (que incluyan un menú variado con verduras, carnes y pastas), se necesitarían $125,56. Es decir, unos $28,91 por día para cada uno de los 1,5 millones de alumnos que asistan a los colegios los 180 días de clase propuestos por el gobierno provincial.
Cubrir esa plata requeriría incrementar en apenas 1,24% anual el presupuesto, fijado en 354 mil millones de pesos. El alivio a esos alumnos (y sus familias) a los que hoy el Estado de los monopolios no les garantiza eficazmente ni la comida ni el conocimiento, está al alcance de la mano.
Otro cachetazo «inexplicable» es que se destine entre $ 30 y $ 40 por día a la alimentación de los alumnos de la Ciudad de Buenos Aires (bastión político de Cambiemos) y mucho menos a las Provincias. El hambre es un crimen que no reconoce fronteras y la prioridad debiera ser atacarlo, donde sea.
La decisión es política. Es evidente que los sucesivos gobiernos de los monopolios que venimos padeciendo no tienen interés alguno en resolver ni el hambre ni la pobreza.