Los “cursos de felicidad” anunciados para el segundo semestre por diferentes personajes del Gobierno, entre los que se destacan el Ministro de Trabajo Jorge Triaca, la gobernadora Vidal y hasta el propio presidente Macri, no están teniendo nada que ver con la realidad de todos los días de millones de argentino, ni con las aspiraciones de la clase dominante, sumergida en una crisis política que se presenta irremediable.
En un reciente informe del CEPA (Centro de Economía Política Argentina) denominado “Menos actividad, más conflictos”, se realiza un paneo sobre la conflictividad laboral durante el mes de Julio pasado, poniendo el foco en las respuestas que los trabajadores están dando en diferentes sectores y ramas de la producción.
Si bien siempre es necesario aclarar que este tipo de estadísticas se hacen habitualmente sobre los conflictos “declarados” en el Ministerio (no incorporándose otros tantos que se dan en el campo del trabajo en negro o “informal”), algunos elementos políticos que del mismo se desprenden, son significativos.
El contexto de esta conflictividad está enraizado en reclamos salariales y en retrasos en el pago de sueldos. Pero sobre todo, en una mayor tendencia al uso de acciones directas por parte de los trabajadores, especialmente con cortes de calles o rutas, y con bloqueos a las entradas de las fábricas.
El informe contabilizó 99 conflictos laborales en el mencionado mes. La confrontación fue más alta en el sector privado que en el público, y continúa centrada ahora en ese ámbito. En el sector privado se concentraron el 66,7% de las protestas. De ellas, en la industria se dieron más de la mitad (55%) y en el rubro de servicios el 36,3%.
Al interior de la industria, la rama con más conflictos fue la de alimentos y bebidas. También hubo conflictos en automotrices, petroleras y metalúrgicas. Se trata de actividades que han sido afectadas por la baja en el consumo interno y por la apertura de las importaciones. En el caso de los servicios, los trabajadores de medios de comunicación lideraron en cantidad de conflictos, seguido por Servicios Públicos y Transportes.
Si se mira el mapeo de acuerdo a los motivos, más de la mitad (54,55%) fueron demandas salariales. Un cuarto por atrasos en el pago de los sueldos, y un porcentaje algo menor para reclamar la reapertura de las paritarias o por aumentos en general. Los atrasos en el pago de los sueldos afectan tanto al sector privado como al estatal, en provincias o municipios como Jujuy, Salta y Santa Cruz.
Otro tema que refleja el informe es “la falta de reacción de ciertas conducciones gremiales frente a los despidos”. Señala que “En la actividad de la construcción no se registra un elevado nivel de conflictividad, siendo que ya totaliza casi 60 mil trabajadores despedidos, en virtud de la virtual paralización total desde el inicio de la nueva gestión”.
También se “llama la atención” sobre “la inexistencia de conflictos laborales en el agro”, cuyo principal sindicato –la UATRE– responde al gobierno. Otro caso de poca respuesta es el de Comercio, con Armando Cavalieri a la cabeza, donde se registró el mayor número de despidos del sector servicios. Lo mismo en gastronómicos (Barrionuevo), a pesar de numerosos cierres de restaurantes.
Finalmente, el informe destaca el aumento de las protestas callejeras “con imposibilidad de entrar a la planta” y cortes del tránsito registrada en el sector privado. “Al interior de los conflictos que acontecieron en la industria, la modalidad de corte de ruta o calle junto con la imposibilidad de acceso a planta sumaron el 44 por ciento de los mismos”. Se trata de acciones decididas en los lugares de trabajo, es decir, que dependen de los cuerpos de delegados y de trabajadores organizados en muchos casos por fuera de la institucionalidad burguesa. “La acción gremial, cuando es ejercida de forma directa, logra ponerle un freno a los despidos y dar una respuesta a la caída del salario. Es el caso de los frigoríficos, que consiguieron un aumento del 42%. Y el de Ledesma, donde a pesar de la represión, terminaron logrando un acuerdo”.
El crecimiento constante de la confrontación de clases deja claro que para los monopolios, sean del sector productivo que sean, los planes que necesitan implementar son los mismos. Esos planes son los que hoy están chocando con la firme decisión de la clase obrera, que no se deja llevar por delante, desnudando trampas y engaños; y teniendo en claro que si nuestros objetivos políticos se plantan desde la firmeza, la decisión colectiva y la unidad, ellos no van a avanzar y nosotros nos vamos a fortalecer.