Una noticia aparecida en el diario La Nación de hoy, se titula «El gobierno presenta su plan para producir más sin ajustar salarios».
Comenta que los ministros Cabrera (producción) y Triaca (trabajo), lo mostrarán en la UIA. El mencionado plan consta de 8 ejes, de los cuales sólo comentaremos los relativos a la cuestión laboral que es lo que nos interesa analizar en esta nota.
No es casual que los primeros puntos del programa aludan precisamente a ese rubro, el laboral, del que depende el resto de toda la producción y «planes» que estos señores piensan para los negocios de los monopolios en nuestro país.
Los puntos mencionados son: 1- Bajar el costo del capital y 2- potenciar el capital humano para favorecer la productividad laboral.
Estos puntos tienen que ver con la situación que, según los números que maneja un economista de la burguesía, Ariel Coremberg, la productividad de nuestro país está por debajo de la de 1998 e incluso a niveles de 1974. Otro conspicuo entendido en la materia, José Luis Espert, dice que esa variable (la productividad) está en un piso similar al que se registraba tras la Segunda Guerra Mundial.
El objetivo de este plan es «sacarle el máximo jugo al capital, el trabajo y a los insumos para aumentar la producción y volver a la Argentina un país competitivo gracias al aumento de las exportaciones y las inversiones».
La primera pregunta que les hacemos a estos genios de las finanzas, la producción y el trabajo es: ¿Cuál es el costo del capital?
Antes de que nos respondan a su estilo burgués, rebuscado y mentiroso, les decimos que el capital no sale de otro lugar que del trabajo asalariado. O sea que cuando dicen bajar el costo del capital se refieren a bajar el costo del trabajo asalariado. Y tienen dos forma de hacerlo: pagando menos o pagando igual con más producción.
Con la misma metodología, les preguntamos y les contestamos: ¿Cómo se potencia el capital humano para favorecer la productividad laboral? Sólo aumentando los ritmos de producción, organizando la producción fabril para el ahorro de tiempo de trabajo en la producción de las mercancías, extendiendo la jornada laboral, haciendo trabajar a menos cantidad de gente con el mismo nivel de producción, y otras genialidades ingenieriles que la burguesía trata de implementar permanentemente, manteniendo el mismo salario. Pero eso no es otra cosa que bajar el salario, ya que si fabricamos mayor cantidad por la misma plata que nos llevamos a casa, estamos cobrando menos en proporción a una mayor producción, lo cual incrementa las ganancias de los dueños del capital.
Por último dejaremos flotando para estos señores que subestiman tanto la inteligencia de la clase obrera y de este pueblo, una última pregunta: ¿Cómo harán para llevar adelante este plan con el nivel de movilización, luchas y cuestionamiento a sus planes de superganancias que hoy mismo arrinconan al gobierno y a la burguesía monopolista con las medidas de lucha que están llevando adelante por apertura de paritarias ya, los bancarios, los auxiliares docentes, los maestros, la presión que se ejerce desde las bases obreras y de trabajadores en general para la realización de un paro general que muestre el descontento nacional y en forma unificada contra los planes de achatamiento de la masa salarial y la superexplotación, etc., además de las múltiples cuestionamientos a la calidad de vida que soporta sobre sus hombros la mayoría productiva del país para sostener las ganancias de la parasitaria burguesía monopolista que está encaramada en el Estado?
La burguesía, cree que haciendo planes y presentándolos a su clase en «serios y sesudos» eventos va a solucionar lo que en la realidad cotidiana no puede resolver que es la lucha de clases implacable contra los planes de superexplotación que pretenden profundizar.
Con sus desplantes no hacen otra cosa que escupir para arriba y agudizar la crisis política que no le permite asomar la cabeza con sus apetencias de sometimiento y disciplinamiento a los trabajadores para aumentar en forma geométrica sus superganancias.
La lucha de clases cada vez está más clara. Son sus ganancias o nuestra dignidad de vida y un futuro promisorio para las nuevas generaciones. Capital y salario son opuestos y expresan a las dos clases antagónicas de cuyo futuro depende el futuro de toda la sociedad.