En el mes de septiembre de 2013, la ex presidenta Cristina de Kirchner recibía a ejecutivos de la automotriz de origen japonés Toyota en la Casa de Gobierno. Allí se anunciaba una inversión de 800 millones de dólares, que permitiría aumentar en más del 50% la producción de la planta que la firma tiene en Zárate, provincia de Buenos Aires.
Según nos contaban por aquellos años, el proyecto generaría mil puestos de trabajo. La “inversión” culminaría en 2015 y permitiría aumentar su producción en Argentina de 92.000 a 140.000 vehículos anuales, generándose 1.200 millones de dólares más en exportaciones al año…
En el despacho presidencial, la ex jefa de Estado estuvo acompañada por la ministra de Industria (Giorgi), el ministro de Economía (Lorenzino), el viceministro (Kicillof), todos juntitos al CEO regional de Toyota (Steve Angelo) y al presidente de Toyota Argentina (Daniel Herrero).
La “inversión” incluía la construcción de nuevos edificios, playas logísticas, una nueva planta de autopartes (producción in house), una nueva línea de pintura, 4 km. de caminos de acceso y la instalación de una subestación transformadora dentro de la propia fábrica.
Pasaron 3 años de aquellos anuncios de la automotriz con el gobierno burgués anterior. En el mes de marzo de este año, el presidente Macri participaba en el acto de inauguración de la ampliación de la planta de Toyota en Zárate. Entre otras cosas, allí señalaba: «Este es el camino a la pobreza cero, es el camino del trabajo el que nos va a llevar al objetivo de pobreza cero, crear más y mejores oportunidades de trabajo a los argentinos». (N.d.R: se ve que todavía no tenía los datos que su propio INDEC dio en el día de ayer…)
En aquella oportunidad, el presidente agradeció a la multinacional automotriz por «haber creído en Argentina, desde hace muchos años atrás», y “haberlo reafirmado hoy con esta obra de ampliación”, “apostando al país” y muchas otras palabras elogiosas. También hizo una mención muy especial al titular del gremio automotriz, SMATA, por haber contribuido a esa permanencia: «Lo felicito también a Ricardo Pignanelli por haber hecho posible todo esto»(¿?)…
En ese mismo encuentro de marzo de este año, el Vicepresidente Ejecutivo de Toyota Motor Corporation, Saiichi Sudo, destacó la cooperación y el desarrollo, agradeciendo al mandatario argentino la rápida implementación de nuevas políticas de exportación, recordando que la planta de Zárate es «la inversión más importante de Toyota a nivel mundial desde la crisis de 2008».
Toda esta fanfarria de elogios y cordialidades (tanto con este gobierno burgués como con el gobierno burgués anterior), choca frontalmente con la realidad en la propia planta de Toyota.
Hace unos días, en la misma planta de Zárate que hacemos referencia al inicio de este artículo, un techo de la planta de pintura se derrumbó por acumulación de unidades en un riel de transporte. De absoluta casualidad (y por haber ocurrido un día domingo) no hubo trabajadores muertos o heridos.
Justamente, este sector de la planta es uno de los construidos recientemente. Cabe aclarar que lo hicieron con las tan anunciadas “inversiones” y con un “préstamo” del ANSES de 500 millones de dólares, a interés regalado, por supuesto. El mismo fue “otorgado” por el gobierno anterior y refrendado por el actual. Sobre la continuidad de los intereses de clase, nada hay que agregar.
El desarrollo de la ampliación de la Planta industrial, así como su construcción, fueron realizadas a gran velocidad. Luego del derrumbe, Toyota se llenó de excusas con el objetivo de no asumir el costo, y sobre todo, el gran riesgo de vida que hicieron correr a los trabajadores. Argumentan que “fue culpa de la contratista y no del diseño”, etc. etc.
Pero la realidad es más que elocuente: una empresa multinacional (a la que venden como gran “modelo”, que presiona a los trabajadores cada día, superexplotándolos, para bajar sus costos…) no puede justificar tamaño desastre, y va a tener la planta parada alrededor de tres semanas. A “la empresa modelo”, por más discurso bonito que tenga se le cayó la careta: la seguridad no entra dentro de sus prioridades.
Una vez más hay algo que queda clarísimo: la explotación y la ganancia es lo único que mueve al sistema capitalista, sin importar los obreros.