El sainete del desembarco de las fuerzas federales a la provincia de Santa Fe para combatir el creciente número de delitos que se suceden en el territorio, tuvo su desenlace el pasado jueves.
En conferencia de prensa la ministro Patricia Bulrrich y el gobernador Lifschitz anunciaron la llegada de gendarmes, prefectos, policías aeroportuarios y efectivos de la policía federal, aunque evitaron mencionar cifras concretas. «Muchos», fue la expresión utilizada para cuantificar la cantidad de integrantes de las cuatro fuerzas que se instalarán en la provincia.
Al día siguiente comenzaría un nuevo fin de semana sangriento de los tantos acumulados que dieron lugar a la justificación del gobierno para pedir la ayuda a la Nación. Raid de ejecuciones que sumaron tres víctimas a quemarropa con tiros en la cabeza. Personas que mueren baleadas en la calle con certeros disparos.
Denuncias de vecinos que no han visto ni siquiera a la policía provincial patrullando las calles en momentos en que se producían los asesinatos… Ni hablar de las fuerzas federales cuya presencia, a pesar de los anuncios oficiales, no fue advertida por nadie.
Mientras tanto, como complemento de las medidas para dar respuesta a la población que masivamente se movilizó, sobre todo en la ciudad de Rosario, demandando seguridad, el gobierno del Partido Socialista en alianza con otras fuerzas que forman el Frente Progresista, convocaron a los carabineros de chile para adiestrar a la policía provincial en la tarea de…»reprimir al pueblo», único arte que despliega la tristemente célebre policía hija y heredera de la dictadura pinochetista.
Ése es el paquete de respuestas que tanto la Nación como el gobierno «progresista» de la Provincia son capaces de dar al pueblo santafecino (y a cualquier ciudad o región de la Argentina que demande seguridad al Estado) que diariamente está sujeto a todo tipo de crímenes y que año a año ve incrementada la cantidad de víctimas que caen a mano de los lúmpenes cobijados y apañados por las fuerzas estatales (gubernamentales, judiciales y legislativas) y pagados por los grandes capitales monopolistas que manejan los negocios de la droga, la trata, el juego, y todo tipo de delitos.
Menudo conflicto se le plantea al gobierno nacional y a los gobiernos provinciales con esta caja de Pandora que destaparon hace tiempo liberando a fuerzas que hoy no pueden controlar. Mientras presentaron a la provincia de Santa Fe como el «santuario» preferido de los delincuentes y derivaron fuerzas federales al compás del circo montado con el fin de engañar a la población, los territorios de la Provincia de Buenos Aires se pusieron rojo bermellón con la intensificación de hechos delictivos de todo tipo que, como viene sucediendo, generaron masivas movilizaciones que se fueron repitiendo en cada localidad o barrio demandando seguridad.
No les van a alcanzar las fuerzas de seguridad para los montajes circenses con los que quieren dar la apariencia de que se ocupan del problema planteado por el pueblo. Ni siquiera podrán disponer del número de efectivos deseados para ejecutar el verdadero fin para el que esas fuerzas están orientadas cual es la de la represión y disciplinamiento frente a la movilización popular por las demandas de una vida digna…
Las energías contenidas subterráneamente entre las masas populares surgen con la fuerza de múltiples géiseres que aparecen por todo el territorio nacional demandando, movilizándose, luchando por las aspiraciones de aumentos salariales, contra los tarifazos, por apertura de paritarias, bonos de fin de año y otras reivindicaciones sociales, políticas y económicas que constituyen la vida segura que el pueblo pretende para sí y las futuras generaciones, y el Estado al servicio de la burguesía que aparece cada vez más claramente ante los ojos de la población, como incapaz, y más aún contrario, a satisfacerlas.