La crisis estructural del capitalismo adquiere –planetariamente- nuevas formas. La tendencia a la concentración económica y a la centralización del capital choca severamente con las aspiraciones de los pueblos del mundo, que no queremos seguir viviendo en las condiciones en las que se vive, generándoles la crisis política que no les permite levantar cabeza.
Para producir un producto a bajo costo, los monopolios utilizan las partes que lo componen provenientes de cualquier punto del mapa, intentando achatar los salarios y nivelarlos hacia abajo.
Observando esto, es fácil comprender por qué necesitaron barrer con todas las fronteras, socializando aún más la producción, en beneficio de unos pocos monopolios.
Un producto “made in China” está compuesto por partes que se produjeron en veinte o treinta países, incluidos por ejemplo los EEUU o la propia China.
Esa socialización de la que estamos hablando para producir un producto, que ahora trasciende las naciones, choca con la guerra intermonopólica que lleva a absorciones, fusiones, nuevas uniones, concentraciones y así -raudamente- a procesos cada vez más veloces, incomprensibles si se tiene una mirada superficial de los fenómenos que genera el sistema capitalista.
Nuestro Partido viene advirtiendo desde hace un largo tiempo, la crisis política en el sistema capitalista y su agravamiento frente a pueblos que no se disponen a vivir de rodillas.
Es tan así que, en decenas de países desarrollados, o con cierto desarrollo capitalista, los pueblos se movilizan actuando sobre una realidad cada vez más compleja. El capitalismo, en su etapa imperialista se está mostrando tal como es: un freno, un tapón al desarrollo de las fuerzas productivas; que no permite que lo acumulado por la humanidad en miles de años pueda saltar las vallas que se presentan para el desarrollo de la humanidad. Por eso, no nos cansaremos de señalar que es necesario plantar la bandera de la revolución socialista; en el plano objetivo (es decir en las bases materiales) existen las condiciones para el desarrollo de las revoluciones socialistas.
La revolución socialista es política, y es en ese plano en donde hay que dar una batalla estratégica. Las luchas revolucionarias a lo largo de toda la historia, fueron dejando enseñanzas de lo que hay que hacer y de lo que no hay que hacer, pero todas han sumado a la humanidad en el sentido histórico, para pasar a un nuevo proceso en la calidad de sociedad para el hombre.
Es un camino necesario a explorar por la humanidad, es una revolución que destapa el freno impuesto por décadas de capitalismo y abre las compuertas para que se exprese el potencial del hombre como naturaleza misma y su relación con ella.
Los revolucionarios del mundo tenemos que plantar la bandera de la revolución socialista, la lucha por alcanzar el poder para la clase obrera y el pueblo, y propagandizar las ideas de la revolución en las más amplias masas. Ya no se trata de esperar “mejores momentos” para ir a la esencia de la lucha, el problema de una nueva sociedad es un problema crucial de los pueblos a lo largo del planeta y en nuestro país en particular.
Esa batalla política e ideológica dentro del sistema capitalista hay que darla en todos los planos. Pero en donde el acento cobrará calor y furia es en la plena movilización, en la acción cotidiana, en la conquista de cada día. El norte de nuestra propuesta es la revolución socialista a secas, apoyada en la clase obrera contemplando los intereses de todo el pueblo y en unidad con éste. No se puede subestimar a los pueblos callando la necesidad de una revolución social; el auge sostenido de la lucha tiene que desembocar en la época de revoluciones socialistas, en la concreción de ellas, que libere al Hombre de la explotación y la opresión a que lo somete el capitalismo.