El diario Clarín, el día 14 de octubre, a raíz del llamado Coloquio de IDEA realizado en Mar del Plata, publica un reportaje a un personaje llamado Miguel Bein, que dice que es economista de la consultora Bein & Asociados, que no lo dice Clarín, pero la fundó con Machinea en los ’90.
Este tipo, que estudió en Harvard, es el típico empleado de la oligarquía financiera, que son como caballos de calesita: están en todas las vueltas. Fue funcionario de Alfonsín, de De La Rúa, asesor en el gobierno de Scioli en la Provincia de Buenos Aires, y ahora colabora con el gobierno de Macri. Citaremos algunos conceptos políticos de tal reportaje que son imperdibles, aunque él dice que habla de economía:
“ –Hay una percepción de que el modelo económico está orientado a mejorar la competitividad argentina, entre otras cosas, bajando el salario en dólares de los argentinos. Una suba salarial superior a la inflación va en contra de ese modelo…
– Este año, que no es electoral, como no lo fue 2014 o 2012, sucedió exactamente eso, la inflación le ganó a los salarios y el dólar le ganó también por mucho a los salarios y el salario en dólares se abarató. Lo que pasa es que en un país que tiene una democracia republicana, donde el ciclo político dura dos años, la política económica inevitablemente zigzaguea. En los años no electorales, la política de pronto busca el rumbo de largo plazo para empujar la inversión, la competitividad, la productividad, las exportaciones. Y en los años electorales, lo que la política busca es ganar. Para ganar, los salarios le tienen que ganar a la inflación y al dólar…
– Tienen que ver los niveles de pobreza, inevitablemente lo tienen que juzgar así porque es la diferencia entre ser pobre o no serlo..
– Claro, por eso. La obligación del Gobierno es ganar para seguir adelante con su agenda y necesita zigzaguear. Hay años que tiene que hacer mucho menos populismo y marcar rumbos de largo plazo a favor de la inversión y hay años que tiene que introducir el populismo, por lo menos en ciertas dosis, para tener un resultado electoral favorable…”
¡¡¡Toda una pinturita las definiciones de este sujeto!!! Si esto es lo que dicen en público, no cuesta mucho imaginar lo que opinarán en privado!!!
Pero a decir verdad, Sr. Miguel, ¡¡¡lo tenemos que felicitar!!! ¡¡¡Materialismo dialéctico puro!!! ¡¡¡Marx lo aplaudiría de pie!!! Difícilmente se pueda escuchar una definición tan certera y fidedigna de lo que es la democracia burguesa, al grado que opaca cualquier comentario que podamos hacer al respecto. Es decir, ¡¡¡aquí no hay nada que explicar!!! Es más, esto que Ud. define como zigzag le viene como anillo al dedo a todo el reformismo e izquierdismo electoral que se prestan gustosos al juego “democrático” legitimando, en cierta medida, la dictadura del capital sobre los pueblos a través del engaño.
Y para no confundir, una cosa son las libertades políticas conquistadas por la lucha de nuestro pueblo (lo que los empuja a que los zigzag sean cada vez más agudos), y otra cosa es la democracia representativa y toda esta sarta de mentiras como Ud. explica tan didácticamente. Solo le faltó pulir el lenguaje, que seguro utilizará en privado, y es que el descontento, la lucha y movilización de la clase obrera y el pueblo los sumergió en una crisis política que de tanto zigzaguear las torpezas son muy grandes, donde de ahí a volcar se está al límite.
De hecho ya hay intelectuales del sistema a nivel mundial que plantean el anacronismo del actual sistema democrático y las necesidades de los monopolios, llegando algunos a afirmar que se está entrando de hecho en una plutocracia, como lo afirma el profesor de Harvard (donde Ud. estudió Sr. Miguel), Dani Rodrik, que agrega, quizás dándole respuesta a su inquietud: “La democracia, la soberanía nacional, y la integración económica mundial son incompatibles entre sí. Podemos cambiar dos de las tres, pero nunca tener las tres al mismo tiempo”.
En pocas palabras, que el capitalismo es eterno y para siempre es donde la burguesía concentró ideológicamente la principal batalla y mentira, tratando de tapar el problema de los cambios y las revoluciones. Pero tales armas parecen agotarse, y ya la democracia burguesa se aproxima a la tragedia de este sistema dominante que colapsa por los cuatro costados.