El jefe del sindicato de los gastronómicos, Luis Barrionuevo, acuñó una frase allá por los 90 del menemismo que se hizo famosa: “hay que dejar de robar por dos años”.
El 17 de octubre pasado, el diario La Nación publica otra frase del mismo sujeto: “hay que darle al gobierno de Macri al menos dos años”, en referencia a esperar resultados concretos de la gestión macrista.
Más allá que pareciera que el número dos es cábala para Barrionuevo, en los 90 su frase no fue escuchada por los gobernantes y funcionarios de turno. Robaron lo que pudieron, y más. Mientras tanto, el gastronómico se encargaba de darle apoyatura sindical y política a uno de los gobiernos más antiobrero y antipopular que se recuerde.
En la actualidad, su objetivo sigue siendo exactamente el mismo. Pedir apoyo para un gobierno que ataca las conquistas y el nivel de vida de los trabajadores y el pueblo en general. Papel que está llamado a cumplir como fiel representante de los ya ni siquiera burócratas, sino gerentes sindicales. El mismo personaje se ufanaba en un programa televisivo que “su” gremio le otorgaba créditos a los dueños de locales gastronómicos en problemas.
Tan jugado está en jugar su papel, que su declaración se vio coronada con otra frase que es la que realmente preocupa a Barrionuevo y a toda la burguesía monopolista: «Yo sé lo que es salir a la calle (a protestar), y no se sabe cómo y cuándo volvemos”.
Barrionuevo explicita lo que la burguesía comenta en voz baja. “No hagamos olas porque el mar bravío nos lleva puestos a todos”.
Distintos analistas burgueses comienzan a advertir que el tiempo se agota para el gobierno nacional. El argumento de la herencia recibida ya no tiene el peso de los primeros meses y esto inquieta a los de arriba. Lo que dice Barrionuevo es significativo a la hora de “marcar la cancha” y tratar de alinear a todas las facciones burguesas en la defensa y sostenimiento de su gobierno.
Y razones no le faltan. En efecto, lo que se percibe por abajo es que aun los sectores que votaron a Macri han comenzado a desencantarse y ven con preocupación el futuro inmediato. Esto es claro, tanto en los sectores que se movilizan y salen a la lucha como en aquellos que no lo hacen.
En este marco es donde deben comenzar a tallar las políticas revolucionarias.
Las masas intuyen que esto no va por el buen camino, por lo que es necesario que los revolucionarios profundicemos, en la acción política cotidiana, el enraizamiento de las políticas que levanten un camino de cambio real que nadie muestra ni propone.
Desde las más sentidas aspiraciones y preocupaciones de nuestro pueblo debemos levantar las consignas y acciones que unifiquen las mismas, convencidos que si lo hacemos consecuentemente, las masas tomarán esas banderas y las harán crecer y desarrollarse en el camino de la construcción de una salida política revolucionaria.
La lucha por un cuerpo de delegados, una comisión interna, un centro de estudiantes, organizaciones barriales, de profesionales, y todo tipo de organización que las masas se den para la lucha deben contar con las propuestas de organización efectivas que garanticen las metodologías revolucionarias que destaquen la asamblea y la organización desde abajo para promover y viabilizar la participación directa de nuestro pueblo en la construcción de esas herramientas. Al mismo tiempo, esa práctica debe ir acompañada de las políticas que asuman la disputa de la dirección política del proceso en abierta confrontación con las políticas de la burguesía monopolista, afianzando un camino de construcción del poder de la clase obrera y el pueblo allí donde las luchas se desarrollan, que acumulen al torrente de la lucha revolucionaria por el poder.
La movilización, la lucha masiva, la organización, las metodologías asamblearias que promuevan y destaquen a los hombres y mujeres de nuestro pueblo, orientadas por las políticas revolucionarias, son el elemento central que hoy necesita la lucha de clases para que la clase obrera y el pueblo afronten la nueva oleada de luchas que se avecina construyendo una dirección política revolucionaria.
La lucha por las reivindicaciones y las conquistas obreras y populares tomará un renovado impulso, y las políticas revolucionarias deben estar presentes y activas para dirigir ese proceso.