La clase dominante y su gobierno actual, intentan imponer un disciplinamiento a la clase obrera y el pueblo, con medidas que van al corazón mismo de las grandes mayorías.
La “oposición” parlamentaria considera necesario allanar la gobernabilidad en vistas de las próximas elecciones compartiendo “futbol y asado” en sendos encuentros asociados y de los otros, en donde cada funcionario se compra o se vende al mejor postor.
Por el contrario, las aspiraciones democráticas del pueblo siguen su curso, se ensancha el camino de la protesta y la conquista. Innumerables movilizaciones plagadas de reclamos en lo social. El cansancio por abajo va colmando la paciencia millones.
Sin embargo, el gobierno tiene muy claro -y el sistema capitalista así lo dispone- que el golpe central va dirigido a la clase obrera. Y es allí en donde se intenta quebrar todo brote o intento de la misma por continuar construyendo su proyecto.
Infinitos artilugios para achatar el salario, poner sobre la mesa la productividad necesaria de cada trabajador en la sociedad. Muchas leyes en el cajón, tires y aflojes que conllevan amenazas, despidos, ajustes, ritmos de trabajo abrumadores, turnos inteligibles, etc.
Como respuesta hay lucha, hay mucha bronca… A la vez que las condiciones de vida se deterioran a pasos acelerados, el estado deliberativo en los centros de trabajo se multiplica… ¿Qué hacer?
Lo urgente y necesario
En este marco de la lucha de clases, en donde las mismas van preparando sus fuerzas para enfrentamientos mayores, del lado de la clase obrera deberemos avanzar un peldaño en el plano de la conquista.
Se trata de ir vertebrando planes de lucha capaces de tener un norte claro para involucrar en los mismos a la masa de trabajadores afectados, a sus pares de establecimientos vecinos y a toda población que rodea el conflicto.
No es suficiente ya que los acontecimientos nos desborden y enfrentarlos como se está haciendo. La historia de clase obrera argentina está teñida de esta experiencia necesaria, pero que hay que pasarla sí o sí para frenar cualquier intento de la burguesía que implique disciplinamiento.
La historia de la clase obrera en cada establecimiento dio un salto hacia adelante, cuando se pasó a tomar la iniciativa de la lucha y a la vez, cuando las fuerzas se fueron preparando para ganar con medidas contundentes. Se trataba de organizarse para golpear y ganar.
En las actuales condiciones, en los establecimientos, en los parques industriales, las avanzadas de la clase obrera están en condiciones de realizar planes de lucha que conllevan en sí mismos la iniciativa política. No se trata ya de “esperar el golpe y luchar” sino preparar las fuerzas en forma constante, de lo pequeño a lo grande, de lo débil a lo fuerte, para llevar adelante un plan de lucha que implique conquista.
Este concepto del plan de lucha está borrado del lenguaje de los “empresarios” de la CGT, son años que han trabajado en contra de ésta idea porque entienden que es el punto débil de la clase dominante y el punto de partida de mayores iniciativas de la clase obrera.
Entendemos los planes de lucha haciéndonos fuertes por abajo, organizando las fuerzas que respondan directamente a las asambleas, que se comience a ganar lo que es posible ganar, y a partir de allí, seguir sumando. Condicionar a las empresas y a la vez, hacer conocer el plan de lucha, que se sepa que la cosa empieza de nuevo en cada conquista, en cada lucha, pero en otro nivel.
Los planes de lucha que se establezcan garantizan la independencia política de la clase trabajadora en la medida que los mismos se preparan para ganar. Para corroerles el piso en primeria instancia, para crearles ingobernabilidad y que no puedan ni intenten disciplinarnos, a la vez de preparar fuerzas con un carácter y contenido nacional de la lucha.
Mientras la burguesía intentará aislar a la clase obrera de todo el pueblo, “dividir para reinar”, nosotros por el contrario, profundizaremos en el terreno de la unidad política de todo el pueblo, porque allí se encuentra un terreno propicio para disputar. Como decíamos, las luchas por las libertades políticas se ensanchan y en ella la clase obrera tiene que estar en primera fila.
En los planes de lucha de cada establecimiento se deben contar con políticas capaces de conseguir la solidaridad en su conjunto social, y ello requiere de un plan ya inserto en el plan de lucha.
El trabajo que lleve explicar el plan de lucha a la sociedad que rodee el conflicto implica -de hecho- garantizar el triunfo. La burguesía intenta aislar este fenómeno, localizarlo para aplastarlo… En estos marcos, los trabajadores dentro del plan de lucha deben organizar la solidaridad, el ensanchamiento de la movilización; la solidaridad pasa a tomar cuerpo de unidad real.
Las grandes gestas de la clase obrera en nuestro país comenzaron por “el principio”, comenzaron en las mismas empresas para extenderse nacionalmente. Hoy los vientos son favorables para dar nacimiento a nuevos fenómenos políticos y sociales, vertebrando los planes de lucha que, con el correr de las conquistas, ira tomando un carácter nacional indomable.