Comenzó la primavera y con ella se reavivó la pornografía electoral en Aten. Decimos que se reavivó porque en Aten el proceso eleccionario nunca tiene fin, todos los años hay elecciones… hoy para renovar a la comisión directiva, ayer para elegir consejeros escolares, antes vocales al CPE o consejeros para el ISSN y así siempre.
Lo que casi nunca cambia son los nombres de los eternos candidatos a todo, personajes habituados a transitar de un cargo gremial a otro evitando volver a la escuela como si allí se encontrara un castigo divino, y con ellos, una corte de parásitos que se van instalando en los espacios institucionales que les consiguen sus jefes.
Para las elecciones del 25 de octubre pasado se presentaron cuatro listas para disputar la comisión directiva provincial y otras cuatro para la seccional Capital, todas ellas con un rasgo común, la total ausencia de propuestas tendientes a mejorar las condiciones laborales de los docentes y, menos aún para intentar construir una escuela pública de calidad.
Como ejemplo de ello, circularon volantes en los que abundan como único argumento, las críticas y chicanas hacia los oponentes.
Los integrantes de las distintas listas, se jactan de haber logrado “LA UNIDAD”, pero obvian decir que esa unidad es súper estructural, que fue construida entre dirigentes de las corrientes políticas que la forman, porque a veces, ni siquiera los militantes de esas corrientes tienen injerencia en la conformación de las listas. Desde ya que la inmensa mayoría de trabajadores es totalmente ajena a dichas transas.
Nada dicen los candidatos de recuperar la independencia política respecto de la patronal y el Estado dejando de recibir prebendas de manos del mismo, como son el salario obsceno que cobran los representantes del sindicato en el CPE, que supera varias veces el que gana un docente que tiene el máximo de horas/cargos y antigüedad y, más anti ético aún, son las licencias gremiales que el propio Estado le paga a los dirigentes.
Otro tema tabú en Aten es que los dirigentes no sean rentados y tengan la obligación de concurrir diariamente a la escuela, viviendo de su propio trabajo como el resto de los docentes. Los burócratas, sean del color político que sean, afirman que eso es imposible, que los dirigentes deben dedicarse 100% a la actividad gremial.
Tal argumento es falaz. Eso es así en el actual modelo sindical, basado en aparatos súper estructurales, en el que se inventa la necesidad de que los dirigentes deban ser “profesionales”. Pero en un modelo sindical democrático, fundamentado en la actividad consciente de los trabajadores, con cuerpos de delegados numerosos y bien formados, tanto en temas administrativos como políticos, la necesidad de dirigentes rentados se torna superflua.
Además, si la conducción del sindicato es realizada por un pequeño número de dirigentes, bien pegados a la base y apoyados en esta, la existencia de la comisión directiva provincial también es totalmente innecesaria.
El modelo sindical que impera en Argentina, del cual Aten es parte, fue creado a instancias de la burguesía para mantener bajo su control a los trabajadores. Si bien hasta hace algunas décadas sirvió como herramienta para obtener alguna que otra conquista laboral, en la actualidad, son aparatos que le sirven a la clase dominante para contener, a través de los “gerentes sindicales”, las luchas de los trabajadores y, cuando esto no es posible por la presión de las bases, la lleven a una vía muerta, desviando los reclamos hacia las instituciones del sistema.
Por eso, participar de las elecciones, como candidato, militante o simplemente votando, implica legitimar el fraude moral que una caterva de burócratas llevan a cabo año tras año.
Para implementar estas propuestas u otras que surjan del debate colectivo y construir un sindicato que de respuesta a las necesidades de los trabajadores, es imperativo organizarse en cada escuela, mediante asambleas realmente democráticas, fundamentadas en la democracia directa. Es decir, que cada compañera o compañero pueda participar, opinar y decidir libremente, y ejecutar por sí mismo lo decidido, elegir cuerpos de delegados numerosos y bien formados, debatir y decidir junto con nuestra comunidad educativa y los vecinos de la escuela, y así, todos juntos, empezar a transitar el camino que nos permita recuperar la dignidad que como trabajadores de la educación nos merecemos.