El viernes pasado, en una multitudinaria movilización, los llamados movimientos sociales hicieron sentir su voz en reclamo para que se avance en la aprobación y ejecución de un proyecto de ley llamado “De emergencia social” que contempla, en trazos gruesos, un millón de puestos de trabajo y un aumento del 15% en las asignaciones familiares por hijo y por embarazo.
En esta marcha multitudinaria, la pregunta central que pasa desapercibida en tal hecho, es la presencia y apoyo de la CGT, la gerencia mayor que se autoproclama representante de los trabajadores, pero que en realidad son un enclave de los intereses de la oligarquía financiera disfrazada de movimiento obrero organizado. La nefasta CGT que, en casi la totalidad de su historia el único papel que supo jugar fue el de una mafia con prácticas mafiosas para ejercer la represión y división de la clase obrera en su conjunto, y como mecanismo de enriquecimiento de sus dirigentes. Y esta misma CGT, la que amagó y amaga con un paro nacional que nunca se hace, hoy sale a pegar alaridos por el tema de las leyes de emergencia social, con el único fin de esconder, silenciar y desvirtuar la situación de los trabajadores, al punto que la cacareada Ley Antidespidos (que de antidespidos no tenía nada -los monopolios se ríen de tal ley-, y son los sindicatos los encargados de pasar las nómina para tales despidos) fue vetada por Macri, pasó al cajón del olvido, y la CGT dio vuelta la página.
Pero la mano viene más grave aún, pues entre gallos y medianoche, se está por aprobar la reforma a las ART que arranca con la eliminación de los juicios laborales como un ariete que deja abierto el paso hacia una nueva reforma laboral que sería, nada más y nada menos, que mayor flexibilización a los trabajadores, paritarias por productividad (léase mayor súper explotación), aplicaciones por ley de turnos llamados americanos donde ya algunas empresas lo aplican “ilegalmente” (y al que se rechifla lo echan), mayor precarización con supuestos tiempos de prueba más largos en donde se contrataría mano de obra en picos de producción y después a la calle sin indemnización. Es decir, una vuelta de tuerca que traiga más sometimiento a la clase obrera y que permita lograr que los “inversores” se sientan “atraídos” porque ese es el gran negocio de invertir y apostar a producir en Argentina. Todo esto en un contexto mundial donde se quiere flexibilizar al planeta entero. Argentina es un cuadrado más de todo el tablero, donde incluso Europa también está en la mira de tales objetivos. Prueba de ello son las leyes que intentan aplicar en Francia, donde la clase obrera salió masivamente a las calles.
Pero en nuestro país hay mar de fondo en las masas trabajadoras: la rebelión de las bases viene fermentando cada día, la lucha de clases se tensa cada vez más; y éstas mafias algo tienen que salir a decir para tratar de fundamentar qué carajo hacen ahí donde están. Por eso la adhesión a los movimientos de desocupados. Endebles parches propagandísticos que nadie les cree, salvo aquellos que se sientan a caminar con ellos por unas migajas, no sin antes advertir el peligro de un estallido y enfrentamiento: toda una expresión de bomberos, pues los estallidos son una cuestión que brota por los cuatro costados y que están sustentados en los miles y miles de enfrentamientos que ya se dan a diario. Tales estallidos se los va a llevar puestos a los traidores y también a los oportunistas y parásitos que especulan con el hambre de nuestro pueblo, porque ni de cerca estos oportunistas tienen ni interés ni capacidad para ofrecerle una salida a nuestro pueblo.
Lo que demuestra la CGT en la última movilización es la vergonzante actitud de tomar atajos para confundir y hacer todos los deberes a los monopolios. La cuestión es avanzar en el disciplinamiento a los trabajadores utilizando como carnada las necesidades de los desocupados y más desposeídos. Total, la ley será vetada, la CGT ladrará mediáticamente, y mañana intentarán otra nueva mentira.
Hoy más que nunca volvemos a reiterar que aparece la necesidad urgente de la organización de un nuevo sindicalismo revolucionario despojado del economicismo que destierre a los traidores y viejas estructuras que se caen a pedazos. Hoy más que nunca hay que tomar conciencia y reaccionar que la única ley válida que hay que hacer imperar es la del enfrentamiento con organización por abajo, plena de masividad, pues ese es el real contenido que hace que las organizaciones no solo sean auténticas y poderosas, sino que posibilita imponer por fuera de las leyes burguesas conquistas tras conquistas que lleven al fortalecimiento de organizaciones obreras y populares que permitan expresar programas político-revolucionarios que hagan de la bronca y el descontento la rebelión con una salida política revolucionaria posible para el país, que tiene todo para que este pueblo sea feliz, solo debemos despojarnos de esta lacra que solo hablan de números y preocupaciones complejas, pero lo único que persiguen son más ganancias para ellos y hambre, miseria y súper explotación a las mayorías.
No puede esta CGT hablar de los hambrientos, desocupados ni marginales, cuando ellos han sido un eslabón fundamental para que nuestro pueblo viva en las condiciones en las que vive. Lo de la CGT y los pobres es inaceptable.