Muchas veces usamos erróneamente la palabra sainete para denostar una situación.
El sainete, es por definición una pieza dramática-jocosa en un acto de carácter costumbrista y popular.
En esta semana corta, el “sainete” de la política burguesa ni fue costumbrista ni popular. Dan asco unos y otros. Un gobierno que anda a los tumbos, una oposición parlamentaria unida en el espanto.
La oligarquía financiera tiene asimilada la debilidad política que enfrenta para llevar adelante sus planes centralizadamente. Empuja como puede a sabiendas que ocupando puestos estratégicos en el Estado los negocios rápidos suman a sus estrategias mundiales.
Tres días de infierno por Ganancias, pero en realidad la vida es más fuerte y las caretas de sus diputas por intereses y proyectos se han caído antes de lo previsto. La burguesía actuando como clase necesita gobernabilidad y en el largo plazo, ésta semana, marcó un nuevo proceso de desgranamiento para unificar un sector dominante monopólico capaz de subordinar al resto.
El problema de fondo para la clase obrera y el pueblo sigue siendo el impuesto al trabajo, en ese punto el parlamentarismo burgués mira para otro lado allí muestran su hilacha. Se terminan todos los brabuconeos.
Las espaldas de cada contendiente político son los monopolios. No se ponen de acuerdo en cuestiones básicas y menos aún de cómo domesticar a un pueblo. Se necesita abaratar el salario, se necesita mayor productividad y cada uno de los intereses en disputa tiene su librito.
Unos proclaman la mano dura, otros el engaño, medidas shock, gradualismo etc. en fin de todo un poco como en “botica”. Lo curioso del momento es que estas disputas se dan también dentro de las propias gerencias de las empresas.
La incertidumbre expresada en tres fatales días del poder burgués es la incertidumbre cotidiana de los negocios añorando los viejos tiempos del largo plazo. En una misma gerencia se está debatiendo todo esto a sabiendas que las decisiones estratégicas se toman en los bunker que pueden estar hoy en cualquier punto del planeta. Hay que aplicar muchas resoluciones en un mundo altamente conflictivo y contradictorio. En cada trinchera empresarial no hay paz, no hay un norte claro y todo empeora para ellos cuando de lo que se trata es subsistir en la selva del sistema capitalista.
Mientras esto sucede por arriba, mientras la lucha de clases corroe el sistema, las raíces del árbol de la revolución deben absorber las aguas de la experiencia de lucha y de la organización.
Cotidianamente, como una gota de agua erguir los brotes, dirigirlos, dar los pasos propuestos por el proyecto revolucionario y a la vez planificar cada embestida sin perder de vista la lucha por el poder.
¿Qué muestra esta semana corta? A un mamarracho como éste que se expresó como de “lealtades y traiciones”, de “amores” no correspondidos como el de Massa a Macri y otros. Por abajo, responder con más movilización, lucha y organización bajo un signo de consignas políticas ofensivas, que no vacilen ante intentos desesperados del poder burgués en su conjunto, por desviar el camino del proceso revolucionario.