Si de algo podemos dar fe es que la consigna “El salario no es ganancia” nació del Partido Revolucionario de los Trabajadores, en un primer Folleto sobre el tema, publicado allá por el mes de Diciembre del año 2009. Aquel material original, fue reeditado con datos actualizados en el año 2014.
En poco tiempo, esa frase fue tomada por diversos contingentes del movimiento obrero y asalariados en general.
La realidad nos indica que de un tiempo a esta parte, la lucha de clases viene pugnando con avances y retrocesos, con una clara intención de los monopolios y su gobierno de ir contra los trabajadores y sus conquistas.
El mal llamado “impuesto a las ganancias” aplicado al salario de los trabajadores es -sin discusión- uno de los robos más descarado e impune que lleva adelante el Estado capitalista. No hay marco de conciliación alguno que a estas alturas nosotros podamos permitir.
Esta trampa impositiva que se nos ha impuesto, no sólo quita la comida de la boca de nuestros hijos sino que además, ha sido utilizado como herramienta de extorsión para imponer un techo a las negociaciones salariales. Esto ocurre de la mano de una burocracia que hasta se encarga de “estimar porcentajes de aumento para no ser alcanzados por los descuentos”… Definitivamente, un acto lamentable, bochornoso y traidor desde todo punto de vista.
En este marco coyuntural, donde es “noticia” la discusión parlamentaria de la ley, sus alcances y posibles modificaciones, se ha dado una medida de fuerza en el sector del transporte.
El paro extiende de alguna manera el debate, pero en la mayoría de las líneas y cabeceras buscó tener un efecto desmovilizador, dejando al desnudo y más expuestos aún a los burócratas y legisladores. Mientras tanto, la bronca y la desconfianza se transforman en una organización genuina de los trabajadores.
Una vez más a ellos le sale el tiro por la culata. Mientras dicen a, los obreros dicen a, e, i, o, y u… “Trajeron” a discutir el impuesto a las ganancias y la clase sale a responder con consignas de recomposición salarial, reapertura de paritarias, no a los tarifazos, etc.
Lo que está claro es que estos delincuentes carecen hoy de representatividad frente a la clase trabajadora; y comienza a persistir la idea de que lo que ellos no hacen lo tenemos que hacer nosotros.
Los trabajadores empezamos a tomar las riendas de la conducción que ha sido usurpada por una caterva de lúmpenes y delincuentes devenidos a «sindicalistas».
Hoy los trabajadores tenemos las cartas echadas para profundizar los reclamos, para conquistar la dignidad y dar nacimiento a una alternativa revolucionaria que nos pertenezca como trabajadores.