En un año de gestión, el gobierno de la oligarquía financiera que tiene un mandato que cumplir, cual es bajar sensiblemente el costo de la producción de bienes capaces de competir en el mercado mundial, no ha podido dar los pasos que hubiese querido.
Después de la profunda devaluación del dólar como primera medida inmediata aplicada luego de asumir, intentaron dar el brutal tarifazo, el cual debieron morigerar ante el rechazo y los problemas políticos que esto le causaba con las mayorías populares y les abría frentes hostiles también en la propia burguesía que no veía con buenos ojos el nivel de confrontación que se creaba en todo el territorio nacional amenazando la posibilidad de disciplinamiento de las masas.
Por dicha razón, el propio aparato estatal, con sus gobernadores, senadores y diputados, fue constituyéndose en un freno moderado pero firme ante cada una de las medidas que el gobierno pretendía dar para bajar el costo de producción disminuyendo el déficit fiscal, aumentando la recaudación, restando recursos para objetivos sociales tales como educación, vivienda, salud, seguridad y otros. Todas medidas conducentes a calentar y subir la presión de las masas populares y a generalizar el estado social de rebeldía, lucha y confrontación en cada ciudad, región y zona lo cual acicateó el miedo a «desbordes sociales» incontrolables e impulsó a estos funcionarios a oponerse a las medidas centrales del gobierno, aumentando el nivel de contradicciones y crisis política al interior del propio Estado y entre sectores de la burguesía.
Así, de hecho, las masas populares, con sus luchas o sólo con su presencia y estado de ánimo manifiesto de intolerancia contra todo recorte a su nivel de vida, durante todo el año, ejercieron una fuerza capaz de arrastrar a propios sectores de la burguesía al torrente de la oposición a las medidas de recorte que pretendía instaurar el gobierno nacional. Contradictoriamente, dados los magros recursos provenientes de la coparticipación que el gobierno central les proveía, los gobiernos provinciales aplicaban recortes presupuestarios (aunque moderados y con avances y retrocesos que los pusieron en situaciones ridículas).
El punto más sensible de la política de disminución de costos, lo constituyó el problema de la baja salarial. En él, todo el aparato estatal, respondiendo a los dictados preexistentes y permanentes de la burguesía monopolista puso todo su esfuerzo por lograrlo. Pero a pesar de ello, la burguesía sabe que la masa salarial no se baja sustancialmente con fórmulas matemáticas aplicadas sobre el salario nominal o aumentando los precios del resto de las mercaderías con excepción del salario (es decir, generando inflación), pues, por rigor histórico y mandato de la supervivencia del proletariado, éste vuelve una y otra vez sobre las demandas de aumentos que se arrancan, haciendo girar en forma repetida las ruedas de una espiral interminable por aumentos de salarios y el consecuente traslado de los mismos a los precios de las mercaderías, con el objeto de no perder porcentajes de ganancia. Ésa es la razón que mantiene la inflación. Por eso decimos que la inflación es política y no técnica, como pretenden hacer creer los economistas y propaladores de las ideas burguesas.
La burguesía sabe que para provocar una disminución real del salario, debe apelar a la intensificación de la productividad, haciendo que un trabajador produzca más en el mismo tiempo de trabajo con el mismo salario. De esa forma verá reducido el tiempo de trabajo socialmente necesario para elaborar sus productos.
Hasta conseguir ese objetivo, la burguesía monopolista no descansará. Sus lanzas apuntan actualmente a la modificación de los convenios colectivos (ver nota de ayer en esta misma página).
Por esa razón es que se prevé un año con una intensificación inusitada de los enfrentamientos entre las clases antagónicas en las que el pueblo laborioso también jugará un papel fundamental dada la opresión a la que será sometido por parte del Estado de los monopolios.
Cobra entonces mayor importancia los pasos diarios en la organización nacional de una fuerza social revolucionaria que, con la columna vertebral de los trabajadores sostenga el cuerpo de toda la potencia popular que está afectada por esta política insana que nos hunde en el pantano de una vida cada vez más oprobiosa, y que sea capaz de torcer el brazo de la burguesía y sus gobiernos de turno hasta derrotar definitivamente su poder.