Como un manto hecho a medida que le sirve para tapar otros temas tales como sus intentos persistentes en pos de aumentar la productividad en cada fábrica y lugar de trabajo, incrementar tarifas y generalizar impuestos y otras medidas para sostener su cuota de ganancia, la oligarquía financiera y su gobierno meten en la discusión el tema de la baja en la edad de imputabilidad penal pretendiendo llevarla ahora a 14 años.
Aunque le es útil como pantalla para tapar los temas candentes de la lucha de clases, la medida no debe subestimarse ni puede permitirse que pase inadvertida para las fuerzas del pueblo pues, como todo lo que hace la burguesía en el poder, tiene un filo apuntando directamente al corazón de la fuerza popular, aunque esa medida sea tomada a la defensiva y se utilice para distraer la atención de otros temas.
Para justificar la medida, se esgrimen casos delictivos en los que participaron menores de esa edad. Como siempre, la lógica de la burguesía, es encarar un ataque al fenómeno social evitando mostrar e intentando tapar las múltiples causas originadas en el propio funcionamiento del sistema, a fin de proteger al mismo.
En este caso, se pretende instalar un manto de sospecha sobre cada uno de los adolescentes y jóvenes de los sectores populares contra quienes se quiere ejercer un estricto control policial, hostigamiento y disciplinamiento generalizado a fin de que las actuales y futuras generaciones crezcan y se desarrollen en ese clima social de control normalizado por parte de la burguesía que necesita mantener la paz social para la aplicación de sus planes de superexplotación.
En el año 2011 a instancias del Poder Ejecutivo, se aprobó en el Senado la baja de la imputabilidad a los 14 años, pero no fue aprobada en Diputados. Los argumentos esgrimidos por la presidenta fueron los mismos con los que el actual gobierno pretende bajarla ahora. Siguiendo esa lógica no está lejos de la visión burguesa la pretensión de imputar a los menores de 12 y así llegar a imputar a cada niño recién nacido en una barriada popular sospechado de ser proletario.
¡La edad de 14 años, es la de niños adolescentes…!
Chicos que viven diariamente sufriendo consciente o inconscientemente la delincuencia organizada de los adultos de la burguesía monopolista que saquea no sólo la vida de sus padres y mayores, sino que, además, los margina, les roba su propio futuro dejándolos en el más vacío de los lugares imaginables sin perspectiva de salida en el marco del sistema que los agobia mientras les muestra la pornografía de la impunidad para los actores que, desde el poder, desde el Estado y desde todas sus instituciones corruptas se suben a la cresta del éxito monetario a la que arribaron delinquiendo, pisando cabezas, traficando, contaminando, superexplotando trabajo de masas laboriosas, matando a padres, madres, hermanos, vecinos amigos, y amputando sueños y perspectivas de vida.
Allí están los llamados «dealers» ofreciendo dinero «fácil» para repartir las drogas. Dinero que duplica en un solo reparto, lo que un trabajador puede juntar en una semana de arduo trabajo. Pero ese mecanismo generado por los dueños de grandes capitales, no se toca ni se persigue desde las fuerzas de seguridad, la institución judicial, ni hay leyes que repriman a la matriz de esos delitos, ni encarcele a sus responsables. A lo sumo, se persigue a dichos «dealers» cuando sacan los pies del plato haciendo negocios por fuera de los controlados y se los «baja» de varios disparos, tras lo cual se pone en funcionamiento la parafernalia propagandística de todo el sistema publicando a diestra y siniestra que ha caído un narcotraficante en medio de la «lucha contra la droga».
La misma palabra «narcotraficante» esconde que para el tráfico, primero debió existir el capital que hizo posible la producción de la droga y su gran distribución mayorista hasta llegar a manos del «dealer» que la lleva al consumidor minorista… y como es sabido o de imaginar, dicho capital es muy grande, pues todos somos conscientes que la droga es muy cara. Esos capitales sólo están en poder de bancos, grandes empresas o funcionarios del Estado.
Millones de dólares que se fugan y se diluyen en manos de los capitales monopolistas, gobernantes delincuentes algunos de los cuales tienen causas penales con la propia justicia burguesa (además de los delitos contra el pueblo quien se los cobrará llegado el momento), bolsos de dinero que vuelan en aviones o por sobre las rejas de conventos, estafas electorales que mienten anunciando países maravillosos para ejecutar la más grosera opresión contra el pueblo trabajador, fuerzas de seguridad represivas, torturadoras y abusadoras, funcionarios enriquecidos de la noche a la mañana con los recursos sustraídos al pueblo, religiosos y cúpulas eclesiásticas encubridores de los más diversos crímenes contra niños y más calamidades para las mayorías populares.
Esto es el sistema capitalista. Los niños y adolescentes no son culpables, por el contrario, son víctimas. Los culpables son los adultos burgueses que sostienen este sistema corrupto, decadente y antihumano, generador de una clase parásita y un ejército de lúmpenes de los que se vale para subsistir. Son ellos los que aplican y administran las leyes.
La baja de imputabilidad debe ser denunciada y repudiada, organizarse y luchar contra ella, desde cada lugar de trabajo, barrio y, fundamentalmente, desde cada escuela, como parte de la lucha contra el sistema que debemos combatir. Los jóvenes y adolescentes deben ser una fuerza motora para revertir la intención del gobierno de sancionarla porque, como toda ley de este sistema ideada por burgueses, de ser aprobada, será una herramienta más que se utilizará en perjuicio del pueblo, contra la lucha de clases que éste desarrolla, y no para beneficiarlo.