El gobierno de los monopolios intenta avanzar en todos los frentes. En lo político prepara sus huestes para centralizar hacia las elecciones de octubre una superestructura parlamentaria que le permita -con la Ley en la mano- avanzar en la concentración económica.
En lo económico y social intenta dejar bien en claro que el ajuste, el gasto público y todo el plan de de flexibilización -en lo laboral- deberán acompañar como actores principales tamaña “gesta” política.
Estos planes se llevan mal con la lucha de clases.
Del lado de la revolución, teniendo en claro las principales aristas que se propone la oligarquía financiera, deberemos ir amasando una ofensiva política capaz de no sólo entorpecerles el camino -como bien se está haciendo con lucha y movilización- sino (y sobre todas las cosas) profundizar los planes que apunten a una acumulación de fuerzas concretas y materiales. Es decir, organizaciones políticas en todos los planos que ayuden a preparar embestidas políticas que cuestionen el sistema capitalista, ya no solamente desde su falta de soluciones a los problemas de la sociedad sino desde una salida revolucionaria.
Esas fuerzas hay que prepararlas y la lucha y la movilización dadas son las mejores escuelas para elevar la conciencia revolucionaria, pero no suficientes. Hay que profundizar los planes revolucionarios, preparar las fuerzas… y para ello, la unidad popular es fundamental.
Pero ¿de qué unidad estamos hablando?
Es parte del plan revolucionario desplegar la unidad popular desde las fuerzas que nuestro pueblo ya ha desplegado en cada lugar concreto, producto de la lucha entablada en todos los planos políticos reivindicativos.
Hablamos de fábricas, barrios, facultades, escuelas, etc., miles de organizaciones de todo tipo que objetivamente se manejan con cierta independencia política y de intereses de la institucionalidad burguesa. Son fuerzas que confían en sus propias fuerzas, están enraizadas y a la vez, son confiables. Esas fuerzas del pueblo hay que unirlas, son fuerzas dispersas que se van encontrando pero aún muy por detrás de las necesidades de cambio.
Necesitamos fortalecer las organizaciones políticas en todos los planos y de hecho nuestro partido impulsa una corriente sindical revolucionaria (Es hora de la rebelión de las bases, en prtarg.com.ar del 02-01-17) que en ese plano pueda sumar al proyecto revolucionario una masividad de las fuerzas asalariadas imprescindibles en la lucha por el poder. Hay mucho por unir, pero se necesita un trabajo sistemático en esa construcción, planificar los pasos bajo la propuesta política permanente capaz de unir con consignas claras, justas y sentidas en cada lugar concreto.
Decíamos que la lucha y la movilización no serán ya suficientes para abrir un camino de esperanza hacia un cambio social. Pero sí sobre esa base, organizar un masivo espectro de la sociedad, que abarca la lucha política sindical con carácter revolucionario.
Hay que materializar ya esas fuerzas dadas, nuestro Partido lanzó una propuesta y con ella trabajaremos para aportar un grano de arena hacia la revolución. Pero entendemos que una corriente de estas características es responsabilidad de todas las fuerzas ya constituidas, que de una u otra manera, están defendiendo los intereses de todos los trabajadores.
Insistimos, hay que concretar esas fuerzas en propuesta organizativa, caminarla con nombre y apellido en cada lugar concreto, ir creando la expectativa de cambio con fuerzas que vayan disputando la institucionalidad burguesa, con organizaciones independientes. Deberemos caminar este tramo de la historia en este plano, para ir simultáneamente tejiendo un programa que le de mayor solidez al plan revolucionario.
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