“Vamos a actuar con cautela”, dijo Omar Dragun, secretario general del SMATA en Córdoba, con respecto de la iniciativa del gobierno de replicar el acuerdo firmado con la burocracia para la explotación del yacimiento de Vaca Muerta.
No es que las declaraciones de Dragun sorprendan ni nada por el estilo, por el contrario podríamos decir que este burócrata socio de la burguesía es un “adelantado” en la materia… Este personaje, en nombre de la “conservación y promoción del empleo”, firmó un acuerdo a espaldas de los trabajadores con la multinacional Nissan para su radicación en la planta de Renault. En el mismo, aceptó un salario inicial por debajo del fijado en el Convenio para los trabajadores que ingresen a la planta.
Con respecto a esto nos detendremos en un aspecto de la lucha de clases: el agravamiento de las condiciones de vida de los trabajadores y los sectores populares, y el nuevo piso de la misma que esta situación provoca.
En el ejemplo que estamos denunciando, la alianza de las multinacionales Nissan/Renault, ha provocado que en la planta cordobesa se despidieran a 400 obreros. La “explicación” que da la empresa es porque dejará de fabricar el Renault Clio dándole lugar a la camioneta de Nissan a partir de marzo de 2018.
Esa producción ya cuenta (aparte de la baja salarial que firmó el SMATA, preocupado por la “preservación y promoción del empleo”) con el aporte del Estado atreves de subsidios y créditos blandos por 700 millones de dólares. Los mismos dicen que serán para la readecuación de la planta que, sin ponerse colorados, lo anuncian como si fuera “una inversión de Nissan”.
Por otro lado, el agravamiento en las condiciones de vida predispone aún más a las masas trabajadoras a encontrar los caminos de lucha por una vida digna.
Por eso aparece cada vez con más fuerza la necesidad de avanzar en la organización política de los trabajadores. Porque -como decíamos al comienzo de la nota en referencia a Dragun- sus declaraciones no sorprenden: existe un piso de confrontación en el movimiento obrero con respecto a las dirigencias corruptas de los gremios.
Nada será fácil, pero todo indica que en el camino de la movilización, la clase obrera irá por mayores conquistas políticas y sociales. Como decimos, es la hora de la rebelión de las bases y con ella se abre una nueva etapa; en el que la identidad y el instinto de clase jugarán un destacado papel en el devenir de las futuras contiendas, agudizando a niveles nunca vistos la crisis estructural del capitalismo.